‘Terminator: Destino oscuro’: Mejor que ‘Génesis’ pero peor que ‘Terminator 2’

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Parte de la crítica especializada está reivindicando la última entrega de la saga ‘Terminator’, subtitulada ‘Destino oscuro’, como la que más se aproxima a los buenos tiempos de la saga. Especialmente los de la añorada segunda entrega, con un T-800 bueno, otro Terminator altamente cualificado persiguiendo al humano que salvará la especie… y Sarah Connor, que vuelve a ser encarnada por Linda Hamilton casi tres décadas después de abandonar la franquicia.

Pero aunque las apariencias puedan llevar a esa conclusión, lo cierto es que ‘Destino oscuro’ está muy lejos de alcanzar las alturas de aquel hito del cine comercial de los noventa… pero también se queda a las puertas de poder medirse con otras entregas, valoradas con menos generosidad por los fans de la serie, como la tercera parte o la que padecimos hace unos pocos años, ‘Terminator: Génesis’.

Vamos a dar un somero repaso a todas ellas, situando esta ‘Destino oscuro’ en el lugar que merece: ¿por qué por mucho que lo intenta es incapaz de compararse con aquel hito revientataquillas que fue la primera secuela? ¿Son realmente tan horribles todas las que vinieron después? Este es el puesto que corresponde a la nueva película de los androides que vinieron del futuro a acabar con nosotros.

Terminator: de mayor a menor devastación

Soy una de esas personas capaces de ponerle peros a ‘Terminator 2: El juicio final’, una de las películas más queridas de su generación. En este artículo contaba cómo el choque de androides venidos del futuro a condenar a la raza humana que propone no tiene nada que hacer frente a la primera entrega, infinitamente más concisa, directa y rotunda. La película original llevaba al límite su simpática paradoja de viajes en el tiempo, que en parte quedaba algo desvirtuada en su primera secuela, que dócilmente convertía al implacable Terminator original en una niñera del futuro.

Nada de ello rebaja la extraordinaria calidad de la primero secuela: rebosante de momentos icónicos, con efectos especiales revolucionarios en su día y que aún hoy mantienen el tipo, y la presentación en sociedad del T-1000 de metal líquido de cuyas rentas aún vive la serie. Además, y pese a sus excesos, sabe mantener la estructura de persecución (casi) en línea recta heredada de la primera parte. Se puede justificar que aunque el paso del tiempo ha dejado un poco en evidencia sus peajes a la época, empezando por la banda sonora, sigue siendo una potentísima película de acción y aventura.

La ciencia-ficción, por desgracia, quedaba relegada a lo anecdótico en aquella ‘Terminator 2’, un pecado que quedaba parcialmente lavado en la soberbia ‘Terminator 3’, quizás la oveja negra de la saga, y sin duda, la que fue más injustamente valorada en su día. Se trata de una actualización de la primera entrega cogiendo lo mejor de la primera, con escenas de acción que no han sido superadas (la grúa, la pelea entre terminators) y un tramo final que rinde homenaje a los tropos y los códigos de la mejor ciencia-ficción literaria.

Esta trilogía inicial es la de películas seminales de la franquicia, aunque más de un fan podrá entrar en bizantinas discusiones acerca de si ‘Terminator 3’ no es, en realidad, la peor de toda la serie, basándose sobre todo en que no es digna sucesora de la segunda. El tiempo ha puesto un poco las cosas en su sitio, claro, y las dos siguientes entregas revalorizaron la desprestigiada conclusión de la trilogía original: fueron dos desastres titulados ‘Terminator: Salvation’ (2009) y ‘Terminator: Génesis’ (2015).

‘Terminator: Salvation’ fue un intento de dar un giro a la franquicia, desligándose de las repeticiones argumentales de las dos primeras secuelas y aprovechando el rico lore que había empezado a germinar en comics y videjuegos: en un 2018 en el que las máquinas ya han triunfado, John Connor se prepara para liderar la resistencia contra las máquinas. Atropellada y excesivamente dramática, tiene sin embargo unas cuantas ideas visuales dignas de elogio y una buena ralea de nuevos y «primitivos» (en relación a los que hemos visto) terminators.

Finalmente, ‘Génesis’ fue un descabalado intento de devolver la franquicia a sus días de gloria con una entrega tan espectacular como la segunda. Salió mal porque la producción estuvo llena de obstáculos y el guión fue un auténtico caos, con compañías quebrando en el peor momento y guerras de derechos variadas. Pero funciona como entretenimiento descerebrado, con Emilia Clarke como Sarah Connor y un decente regreso de Schwarzenegger (más decente que el de ‘Destino oscuro’). Lástima de tejemanejes con el argumento que dejaba la línea temporal de la franquicia hecha un desastre, y que ha llevado a un inevitable reboot.

‘Destino oscuro’: El mayor quiero y no puedo de la saga

¿Dónde se ubica la nueva entrega en todo esto? Es normal que los nostálgicos de los buenos tiempos (quienes consideran ‘La guerra de las máquinas’ una ignonimia, así que fíate tú de los nostálgicos) estén vitoreando a Cameron, que vuelve a tener el control creativo, aunque prácticamente solo de forma nominal: suya es la historia y figura como productor, pero poco más. Vuelve Linda Hamilton, vuelve Schwarzenegger (que nunca se fue del todo) y vuelve la estructura de Terminator bueno (esta vez una humana con habilidades aumentadas) contra Terminator malo, más todopoderoso y versátil que nunca.

Sin embargo, el resultado no es del todo el esperado: las máquinas mandan a Rev-9 (Gabriel Luna) al pasado a matar a Dani Ramos (Natalia Reyes), importante para la supervivencia de los humanos. La protegerán la soldado mejorada Grace (Mackenzie Davis), una Sarah Connor que perdió a su hijo John pocos meses después de lo sucedido en ‘Terminator 2’, cuando las máquinas enviaron a otro robot al pasado y… un T-800 que ha aprendido a comportarse como un humano.

De David Goyer, uno de los guionistas más incomprensiblemente sobrevalorados de la actualidad hay que desconfiar de salida, pero su trabajo en ‘Destino oscuro’ tiene momentos de auténtica comedia involuntaria. Las motivaciones del T-800 reformado (sí, tiene motivaciones), la muerte del John Connor original que dinamita toda la mitología construída en las dos primeras películas que Cameron tanto dice respetar, la sucesión de decorados que parecen salidos de una serie media de Playstation 2 (un hangar, una fábrica, un almacén, una autopista…)…

‘Terminator: Destino oscuro’ tiene unos cuantos aciertos, y la mayoría vienen de su reparto femenino. Davis es una excelente heroína, y aunque su trasfondo a golpe de flashback (o flash-forward) sea innecesario, da el tipo físicamente y es creíble que plante cara a un Rev-9 que, por desgracia, no brilla tanto como su compañera. La magia de los efectos especiales hace milagros, pero no compra el carism: la imitación de Luna del imponente y añorado Robert Patrick se queda a medio camino, más cerca de la inexpresividad que de aquella aterradora voluntad robótica de arrasar con todo.

Las escenas de acción son siempre dependientes de una previa ya vista en la trilogía original (qué poco gusta la tercera, pero cómo copiamos la persecución de la grúa), pero aún así, el primer choque entre Rev-9 y Grace en una fábrica es adecuadamente imponente, y los combates a tres bandas entre superbestias de metal es un entretenimiento tan inane como divertido. Por desgracia, la saga se merecía más, y lo que la hace cojear es el poco respeto que la película tiene por el legado de la franquicia por culpa de un guión muy flojo.

Empezando por la cola

Entonces, ¿en qué puesto de un hipotético hit parade de terminators ubicaríamos ‘Destino oscuro’? No muy arriba, por desgracia: en cierto sentido, es la última de todas. Si bien no es una mala película (ninguna lo es del todo), sus aires de querer recuperar la esencia de una saga a la que tampoco le sientan bien los excesos de solemnidad (son películas de robots asesinos del futuro: puritita alma de exploit) la hacen algo cargante.

Es cierto que ‘Salvation’ era un desvío de la ambientación primordial de la franquicia que no salía demasiado bien (funcionaba más como episodio piloto de una serie inexistente que como entrega con vida propia), pero se atrevía a innovar con escenas de acción arriesgadas. Y también con un catálogo de terminators gigantes y terminators-moto que hacían perdonarle unos cuantos problemas, como el exceso de personajes y un drama, el de terminator-demasiado-humano, que no iba a ninguna parte.

Y también es cierto que ‘Génesis’ no llevaba a buen puerto su propuesta, y que aunque Emilia Clarke era una heroína tan apropiada como Davis, fallaba en el resto del reparto (he tenido que revisarla para recordar que había un Terminator de metal líquido). Su pretensión de ser una summa maxima de la saga se le quedaba grande y el caos de su narración no ayudaba. Pero su orientación hacia la acción sin pretensiones daba pie a más de una set-piece memorable, sobre todo en las estupendas persecuciones, marca de fábrica de la serie.

Así que ‘Destino oscuro’ queda en un lugar indeterminado, a la cola de la franquicia, con esas otras dos. En algunos aspectos las supera (visualmente está más pulida, lo icónico de sus personajes es indiscutible, y está rociada con estupendas ideas, como la de la capacidad de Rev-9 de fragmentarse). Pero en otros muchos puntos va por detrás (esa cameroniana severidad tan inapropiada a veces), siendo sin embargo un perfecto vehículo para nostálgicos de los tiempos gloriosos de la saga. Un vehículo para el recuerdo y una producción que lleva a la franquicia, otra vez, a un callejón sin salida. ¿Hacia dónde mirará ahora el Terminator de rigor?

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