¿Podemos ser felices? La pregunta rodea a las personas desde que están en su infancia y además ha sido objeto de estudios de psicólogos, neurólogos y otras áreas de la ciencia. Y así como dicen que ‘No hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista’, también nos hemos acostumbrado a la idea de que lograr la felicidad total es imposible.
Es como cuando gana su equipo de fútbol, pero jugando mal. Entonces el hincha apasionado dice ‘No hay felicidad completa’. En realidad ¿Esto tiene que ser así? Precisamente hasta los estudiosos de Harvard han dicho cuál es la cifra con la que se logra la felicidad, hay investigaciones que nos explican a qué edad somos más felices, y los dueños de las grandes compañías y millonarios de todo el mundo no se cansan de repetir que el dinero no va de la mano con la felicidad.
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Claro, usted va a pensar que si un día llega a ser multimillonario pero se le acaba la salud, prefiere vivir ajustado, pero saludable y feliz. Otro dirá que le gustaría tener los millones de Mark Zuckerberg así tuviera que estar postrado en silla de ruedas, pero que sería feliz. El concepto de felicidad puede ser tan subjetivo como la cantidad de humanos que tiene el planeta.
Sin embargo, los análisis están ahí para leerlos. Es el caso de la entrevista a Tal Ben Shahar, profesor y escritor estadounidense e israelí especializado en las áreas de la psicología positiva y liderazgo, investigador, fundador y director de aprendizaje de la Academia de Estudios, además de presidente del Consejo Consultivo del Instituto de Ciencias de la Felicidad de Universidad Tecmilenio, quien dio una entrevista a la revista Selecciones Reader’s Digets de México.
En el marco del Foro Internacional de la Felicidad 360, Ben Shahar explicó que la felicidad no es un estado al que se llega pues en ocasiones podemos sentir dolor, tristeza o decepción y en general la vida que llevamos es feliz. Para alcanzarla debemos pasar primero por distintas caras de bienestar, que para él son cinco:
#1. Bienestar espiritual: es decir, encontrar un significado y un propósito, así como estar presente en el aquí y el ahora.
#2. Bienestar físico: tiene que ver con tener una nutrición sana, hacer ejercicio, no esquivar el contacto físico y dormir placenteramente.
#3. La fase intelectual: seremos felices mientras manifestemos nuestra curiosidad, aprendemos cosas nuevas, nos adentramos en un texto o nos interesamos en una obra de arte.
#4. Bienestar relacional: es aquel donde nos ponemos a construir nuestras relaciones interpersonales.
#5. Finalmente está el ámbito emocional, que comprende afrontar las emociones dolorosas y cultivar las placenteras.
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“Sin lugar a duda hay un elemento genético en la felicidad. Yo siempre les digo a mis alumnos que soy la persona ideal para enseñarla, puesto que no nací con genes felices, sino con unos muy ansiosos; de ahí surgió mi interés por el tema”, dice el experto.
Shahar tuvo que tomarse un tiempo antes de estudiar todo sobre la felicidad. Antes de ser psicólogo, cursó dos años de informática en Harvard. Allí sentía que le iba a bien, jugaba squash, tenía más o menos buenas relaciones interpersonales, pero a pesar de todo se sentía muy infeliz. Para él, eso carecía de sentido porque siempre le habían dicho que, si le iba bien, sería feliz y él tenía éxito en todos los aspectos.
Entonces decidió desentrañar el misterio y con eso en mente se cambió de informática a filosofía y psicología. “Fue un momento por el que estoy muy agradecido”, dice. Ahora que estudia la felicidad, esto responde cuando le preguntan si se nace o uno se hace feliz.
“Pero si bien este factor determina una parte, hay otra —de hecho, una que podría ser mayor— que depende de nuestras elecciones. El campo de los estudios sobre la felicidad se centra, en concreto, en aprender a elegir mejor”, opina.
Agrega que cuando se cambió de vocación profesional se dio cuenta que había estado buscando la dicha en los lugares equivocados, pues había entendido que felicidad era éxito y eso solo lo hacía por ambición. Al darse cuenta que no estaba ahí sentía mucha decepción. En su caso particular, empezó a sentirse más feliz en otros aspectos, como en las relaciones, en cultivar un cuerpo saludable, en apreciar lo que está en el interior y lo que lo rodeaba y en darle un sentido a lo que hacía en la meditación. Así fue como se encontró en otros sitios.
Ya sabe, entonces al momento de buscar la felicidad, tal vez no la vaya a encontrar en alguien, en el dinero, en el trabajo, en las cosas materiales y mejor revise a su alrededor cómo está con sus amigos, con la familia, con sus compañeros e incluso en su interior. Puede que así empiece a construir el camino que le permita llegar a su plenitud.