Él admite que es comparón. En cierto punto lo demuestra. Vestido de punta en blanco llegó a LISTÍN DIARIO. Eso sí, desde que comenzó a contar su historia, dejó claro que su “privanza” solo es de apariencia. La sensibilidad de Frank Escobar pudo advertirse desde que, con sus ojos llorosos, empezó a hablar de su madre.
“Fíjate, vengo de una familia bien acomodada. Cuando yo era un niño, mis padres conformaban la pareja de moda en todos los sentidos, física, económicamente y por su sólida relación”. Hasta ahí todo va bien. La historia triste de Frank comienza cuando terminó la «novela» feliz de su familia.
Sus ojos delatan que transportarse a aquellos días de su niñez aún trae nostalgia. “Recuerdo que, en su mejor momento, mi mamá comienza a tener éxito en lo que hace y esto al parecer no le agradó a mi papá. Es ahí cuando él coge la calle, se dedica a jugar y a beber y a cometer infidelidades. Mi madre no aguantó eso y se divorcian”. La situación empeoró y la economía se debilitaba cada vez.
Cuando la separación, él y Claudia, su hermana mayor, se quedaron a vivir con su mamá, como se hace por lo regular. Todas las cosas llegaron juntas. “Mi mamá se enferma. Había que operarla de un riñón, y una mala práctica hizo que la transfundieran. El doctor que la operó y un hermano de ella, mi tío, fueron los donantes”. Aquí se detiene por unos segundos y sus ojos rojos revelan el porqué.
LA TRANSFUSIÓN LA CONTAGIA CON VIH
El proceso de transfusión que necesitaba su madre, Lourdes Ventura, se realizó “exitosamente”. Pero lo más lejos que todos tenían era que, el médico que le donó su sangre estaba contagiado del virus de inmunodeficiencia humana (VIH). En esos momentos, por allá por el año 1985, todavía había mucho desconocimiento de la enfermedad, y tabúes que impedían conocer a fondo sobre esta afección.
“Mi madre cada día se deterioraba más. Le hacían análisis, pruebas y de todo para saber qué le pasaba. Todo salía negativo y ella cada vez peor, hasta que un día, viendo un documental con mi hermana sobre el VIH, ella le dice: ‘Eso es lo que yo tengo’. Le hicieron la prueba y, en efecto, salió positivo”. Es notoria la tristeza que revela su rostro, y se hace necesario refrescar el ambiente pidiéndole que se pare para que el fotógrafo Silverio Vidal lo retrate con sus poses de comparón.
MOMENTO DEL ‘BULLYING’
Después de dos o tres “cuadres” para salir impecable en las fotos, retoma el tema. En este momento Frank recuerda cómo la gente se iba alejando de ellos. “Nadie se quería acercar a nosotros. Siendo yo un niño, en el colegio, algunas personas no querían que sus hijos se juntaran conmigo, es más, hasta nos iban a expulsar del colegio, si no es por un grupo de padres que se planta a defendernos, nos sacan”. Esta parte no solo le afecta a él. Escucharlo decir esto, mueve los sentimientos hasta de las personas más insensibles.
Ella no escondía que tenía la enfermedad, pese a que para entonces ser mujer y decir que la padecía era algo demasiado escandaloso. Lo único que le preocupaba eran sus dos hijos y saber que los dejaría sin el apoyo de un padre comprometido. “Era algo bien difícil, porque había que comprar unos medicamentos muy costosos que, gracias a Dios, un tío que vivía en Puerto Rico se los mandaba”. Fue así como pudo durar alrededor de dos años. El 10 de junio del año 1987 falleció siendo él todavía un niño. Sufrió mucho y sus ojos se encargan de recordarlo, aunque hoy sea un alegre ‘influencer’.
“ME DOLÍA NO PODER ABRAZAR A MI MADRE ENFERMA”
“Desde que mi mamá supo lo que tenía, sabía lo que venía para nosotros. Una, el rechazo de la gente, y otra, el quedarnos sin ella. Era una mujer muy inteligente y de una vez buscó la forma de ponerme en manos de psicólogos para que esas cosas no me afectaran tanto, porque sí afectan”. Con esta cita Frank Escobar deja claro que la imagen que proyecta de una persona feliz, se la agradece a su fenecida madre.
No excluye a su hermana Claudia, quien siendo también menor de edad, supo llevarlo por el buen camino. “Es tanto así que, al mi mamá fallecer, mi papá se va a vivir con nosotros, a nuestra casa que era lo único que teníamos, entonces mi hermana ya tenía dos ‘muchachos’ para cuidar”. Este comentario revela que, por el alcoholismo, su padre también necesitaba cuidados.
Eran tiempos difíciles. Frank no entendía por qué había que “contar la comida”. Dividir bien el pollo para poder comer los tres. Tampoco comprendía la escasez en la que vivían. “Cuando iba creciendo, me preguntaba que por qué me llevaban a los cumpleaños con los pantalones del colegio”. Se le enrojecen sus ojos, pero da la respuesta: “No había dinero para comprarme ropa y la que tenía ya no me servía”.
Ya a los 13 años, con la misma realidad, aunque con más edad, entiende que debe ayudar a su hermana a mantener la casa. Ella comenzó a trabajar a los 18 años para sacar adelante a su hermano y a su papá. Recibían la ayuda de un tío.
JOVEN EMPRENDIMIENTO
Frank dice que heredó de su madre el querer andar siempre bien puesto, y por eso es que a los 13 años decide ponerse a vender ropa para comprarse la suya a su gusto. “Me iba a una tienda que había en la Independencia y compraba pantalones y los vendía a los vecinos diciéndoles que yo los traía de Estados Unidos. Me ganaba un buen dinerito”. El comentario es gracioso, pero no deja de conmover porque se supone que a esa edad, un niño solo debe concentrarse en estudiar. Él lo hacía, pero a la par con su “negocio”.
A los 18 entra a trabajar a Benetton. Ya ahí las cosas van cambiando. A la vez seguía sus estudios y entró a la universidad a estudiar Ingeniería Industrial. No terminó la carrera, pero igual, la puso en práctica como ejecutivo de una empresa de zona franca. Se graduó de Mercadeo, y es en este momento cuando comienza a darle forma a otros proyectos de vida.
La vida le iba jugando otras cartas, pero no se dejaba vencer. Al poco tiempo de su hermana casarse, pero viviendo todos juntos, murió su cuñado. “Fue algo muy duro, falleció viendo televisión con nosotros, fue algo muy fuerte, sobre todo para mi hermana que venía de pasar tanto trabajo”. Esta parte lo entristece y no pierde la oportunidad de resaltar la fortaleza de ella y el gran ser humano que es. Es notoria la admiración que él siente por ella. «Claudia es esa persona que me hace llorar de felicidad cada vez que me dice algo bonito». Esto respondió cuando se le preguntó que si hay días en que llora.
‘LO CONOCÍ VIAJANDO’
Para Frank Escobar los viajes se convirtieron en una pasión y un modo de vida. Por su trabajo, debía trasladarse a distintos destinos fuera del país. Experiencias bonitas, otras no tanto, lo han conducido por el camino que hoy transita.
“He ido a diversos países donde he disfrutado hasta más no poder, pero hay otros, como Hong Kong donde viví una experiencia de terror. Se me perdieron mis papeles. No tenía un solo documento encima, y no podía quedarme en ningún hotel sin ellos”. Al contar esta parte, sonríe porque de ahí salió asustado, pero fortalecido.
¿Por qué el susto? Sencillo: “Dormía en estaciones de tren, donde me cogiera la noche, pasé de todo, hasta que un día conseguí quedarme en un hotel, algo cómodo, con lo que no contaba era con que había unas personas embriagadas, no sé si drogadas, que creían que yo era policía y me atraparon ahí. Ya te puedes imaginar. Gracias a Dios, estaban ya en muy mal estado y me pude escapar. Luego resolví y pude regresar al país”. Frank resume esta parte porque de que pasó trabajo, pasó.
El caso es que, todas sus experiencias lo llevaron a tener su propio proyecto de viaje, el cual lo convirtió en un ‘influecer’ alegre, que no hay quien diga que tiene detrás una historia triste y de superación. Y en efecto, le va tan bien que hasta quien escribe puede decir: ‘Lo Conocí Viajando’.
RELACIÓN CON SU PADRE
No oculta que le guardaba rencor a su papá. “Fueron muchos años de resentimiento, porque en gran medida era responsable de todo lo que pasamos. Pero después él cambio, y yo lo perdoné”. Murió hace cinco años.
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