El secretario ejecutivo de la Comisión Iberoamericana de Ética Judicial, David Ordóñez, subraya «que el juez no debe buscar reconocimiento social desmesurado y debe querer la prudencia en todas las actuaciones».
Ordóñez, que también es magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (España), participa en la Escuela de Verano del Poder Judicial en La Coruña (noroeste), que este año se celebra bajo el título «América y España, un proyecto común».
Allí destacó los principios éticos que comparten los veintitrés estados que forman la Cumbre Judicial Iberoamericana.
«Necesitamos que la sociedad confíe en nosotros. Que nos vea como personas independientes, imparciales, íntegras. Que cuando vaya al juzgado, lo que vea, le guste, vea que se trata bien a la gente y somos respetuosos», afirma en una entrevista con EFE.
La Comisión, de la que es secretario ejecutivo, impulsó hace ya dieciséis años el Código Americano de Ética Judicial, un documento que muestra la cooperación internacional y el consenso en un asunto como la ética.
«Los padres fueron un juez argentino, Rodolfo Vigo, y un profesor español, Manuel Atienza, catedrático de filosofía del derecho de la Universidad de Alicante», subraya.
El Código «plasma ideas muy importantes», como «que el juez no debe buscar reconocimiento social desmesurado y debe querer la prudencia en todas las actuaciones», puesto que es, en definitiva, un documento que aborda «cómo debe comportarse un juez».
A partir de ahí, la Comisión, formada por diez miembros de Brasil, Argentina; Paraguay, Uruguay, Cuba, Costa Rica, República Dominicana, Portugal, España y Colombia, emite dictámenes sobre diferentes asuntos vinculados al día a día judicial, explica.
Destacan los que abordan «las relaciones de jueces con el poder ejecutivo», en referencia a un caso en Argentina donde un presidente salpicado por corrupción luego mantenía encuentros con magistrados del Tribunal Supremo, la «lucha contra el abuso de poder por parte de los jueces en proceso y juicios», el trabajo diario, la salud y el desarrollo profesional o el uso de las redes sociales.
Sobre esto último, Ordóñez desvela que no están prohibidas, pero rige el principio de «ya que lo usas, hazlo con la máxima prudencia».
«Piénsalo dos veces antes de subir una foto. No es lo mismo tu ámbito familiar que una foto que te comprometa por el tipo de persona con la que estás. Debemos utilizarlas con prudencia y con dignidad y saber que lo que subamos llevará a lo que la gente piense del conjunto de jueces y juezas», resume.
Por eso la directriz es evitar expresiones no adecuadas, no entrar en polémicas, no apoyar a partidos políticos ni sindicatos, pues está prohibido, y evitar todas las cuestiones que puedan suponer inconvenientes de cara al futuro.
«Somos ciudadanos como los demás, pero tenemos que tener más cuidado porque nos toca decidir», agrega.
Con la ética tratan de «maximizar o mejorar la excelencia profesional» en un contexto en que la sociedad es «más heterogénea en valores humanos y sociales y más cambiante».
Los jueces y las juezas antes respondían a un perfil más homogéneo, pero ahora, los cambios sociales también se reflejan en el colectivo, que no deja de ser «una parte de la sociedad», afirma.
Son cuestiones cruciales y en las que la ética juega un papel clave dentro de una comunidad que incluye España, Portugal y América Latina.
«Hemos logrado consensos para resolver problemas prácticos que son fundamentales para nuestra profesión», concluye.


