Las lecturas de hoy tienen que ver con la salvación y el esforzado empeño desde la libertad. “El Libro de Isaías termina hablando de la voluntad salvadora de Yahvé a todos los pueblos. El Evangelio nos indica que la puerta para entrar en el Reino es estrecha y que solo los esforzados entrarán por ella”.
“Dios quiere que todos los hombres se salven”. En el texto de la Primera Lectura, Isaías, en una visión magnífica, ve venir a Jerusalén, la ciudad de la salvación, casi en forma de procesión litúrgica, a los hombres de todos los pueblos, sirviéndose de los más variados medios y trayendo sus ofrendas a Dios”.
“La puerta para entrar en el Reino de Dios es una puerta estrecha. La puerta de la llamada la abre Dios y la abre a todos, pero la puerta de la respuesta depende de la libertad humana, y no todos están dispuestos a entrar por ella, sabiendo que es una puerta estrecha.
Obtener la salvación depende de la conducta y de las obras de salvación que hayamos realizado.
Entonces Dios nos diría: “No los conozco, no sé de dónde son”. Entonces comenzaremos a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tu has enseñado en nuestras Plazas.” Pero El replicara: “No sé quiénes son. Aléjense de mí, malvados”.
Entonces será el llanto y rechinar de dientes, cuando vean a los Profetas en el Reino de Dios y ustedes se vean echado fuera. Vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentaran en el Reino de Dios. Miren: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos. Ojalá nosotros podamos ser de los elegidos para entrar en el Reino de los Cielos. Amén.