Harold Ramírez tuvo su primer encuentro en toda su carrera contra el relevista de los Leones del Escogido, Rafael Montero.
Altura del episodio número 13. Bases llenas. Y de inmediato, el bateador designado de los Tigres del Licey, Harold Ramírez se puso en desventajas en 0-2 y dos outs.
Cualquier fallo y Licey se hubiera despedido hasta octubre y los Leones levantarían la corona.
En esa situación tenía que proteger la zona de strike a como diera lugar.
Montero, quien la noche anterior al sexto partido del domingo, realizó un relevo de cuatro outs, estuvo cerca de casarse con la gloria y así, ser recordado como el cerrador que dio al Escogido su corona número 17.
Ramírez se encargó de todo lo contrario. Al menos por este partido.
«Primera vez que lo enfrento», dijo el colombiano, quien se unió a los Tigres en el draft de reingreso. «Pero traté de ir agresivo, hacer un buen contacto con la bola».
No fue tampoco el mejor swing para el jugador más ofensivo de los azules, pero quedó perfecto. «Pienso que ese fue el swing perfecto, porque si lo hago duro no iba a batear ese hit y me siento bastante orgulloso de que por fin pude traer la carrera, aportar más al equipo y que hayamos salidos ganadores.
Y si fuera a priorizarlo, no se anduvo con rodeos. Antes de buscar en la historia, lo colocó en esta temporada. «Para no hablar del pasado y vivir el momento ahora lo puedo poner número uno, ya que ese es un hit que nos pudo enviar al juego 7 y es importante venir mañana (este lunes) concentrados y poder quedar campeón», expresa el nativo de Cartagena, quien jugó para los Nacionales de Washington en la pasada campaña de Grandes Ligas.
Al describir el momento recuerda que cayó en dos strikes y así «quería poner la pelota en juego y gracias a Dios pude conectar la pelota de hit».
Y le salió bien. Ramírez le dio a un pitcheo completamente fuera de la zona y dejó caer un globo en terreno corto del prado derecho para remolcar dos carreras, que fueron las decisivas para igualar la final 3-3 y forzar al partido decisivo este lunes a las 7:30 p.m. con Licey de home club.
En el turno siguiente, Sergio Alcántara empujó la séptima carrera azul para asegurar un triunfo 7-4.
Un estadio repleto y un gran relevista en el montículo. «Traté de olvidarme de los fanáticos y enfocarme en mi turno para tratar de hacer mi trabajo», señaló Ramírez, en el encuentro con la prensa post juego. «Como dije antes, gracias a Dios conecté de hit y pudimos salir victoriosos en el día de hoy».