El robo mediante engaños, en el que se prometen trueques de lingotes de oro a cambio de grandes sumas de dinero, sigue siendo una práctica común en la sociedad, dirigida por estructuras criminales poderosas y con amplio alcance nacional.
Cada vez más son los casos de personas víctimas de hurtos, que, como no fueron cometidos a base de intimidación o agresión física, la Justicia contempla penas muy mínimas, esto, sin contar cómo la persona afectada se convierte en el centro de burlas, incluso, por las autoridades encargadas de salvaguardar sus derechos.
Esta situación genera, según los consultados, una sensación de desprotección sumado a los gastos legales en los que tienen que incurrir, con la escasa esperanza de que el sistema les otorgue a los acusados sentencias justas y proporcionales al delito cometido.
Durante una conversación con Diario Libre, Teresa, (nombre ficticio) narra sobre el robo del que fue víctima su padre, un empresario de 83 años. Cuenta que el hecho se produjo mientras ella y su progenitor se encontraban en su empresa, dedicada a la exportación e importación de productos agrícolas.
Relata que un hombre llegó al lugar donde se encontraban con la excusa de que estaba perdido, pero que su madre “del campo” le había dado unos lingotes de oro para llevarlos a Monte Piedad (una casa de empeño). “Ahí él comienza la conversación con mi padre”, afirma Teresa.
Explica que este sujeto, identificado como Pitufo se encontraba con otro hombre. “Porque ellos siempre andan juntos, en una organización que hay”, apunta.
Poco después de que el hombre iniciará la conversación, Pedro (nombre ficticio del padre) ingresa a la oficina de Teresa para buscar la chequera, pero lo hizo de manera discreta, por lo que su hija no se enteró.
En ese instante, Pedro y los presuntos asaltantes, se fueron de la oficina y se dirigieron a una institución financiera con la chequera, pero no pudieron obtener el dinero.
Luego, se trasladaron hacia otra zona (no especificada) y lo aborda otro presunto desaprensivo vinculado a la estructura criminal que se hacía pasar por empresario para seguir el proceso de la venta de los falsos lingotes de oro.
“Mi papá se involucró en el negocio a tal nivel que fue al banco y sacó los tres millones de pesos y se los entregó en el banco. Yo tengo el video”, refiere Teresa.
Finalmente, indica que su papá llega a la empresa con los falsos lingotes de oro. “Cuando yo veo eso, a mi casi me da un infarto”, exclama.
Teresa manifiesta que los perpetradores del hurto “tienen un arte” para que engañar y manipular a las personas, debido a su forma para abordar a las víctimas. “Teresa, tú tienes que ver cómo es que te abordan. Es una cosa increíble”, detalla Teresa sobre lo que le dijo su padre.
Teresa, con evidente indignación, asegura que solo uno de los presuntos asaltantes fue apresado. Dijo que Pitufo guarda prisión en la Penitenciaría Nacional de La Victoria.