Es viernes, pero ya no importa el día para muchos dominicanos. El tiempo parece haberse detenido luego de la trágica madrugada del martes, que ha dejado más de 200 muertos y decenas de heridos tras el colapso de la discoteca Jet Set.
La lluvia inició este día, pero no parecía ser cualquiera: era lenta y pesada, como si el cielo también estuviera de luto.
Frente al centro nocturno, donde apenas cuatro días atrás la música marcaba el ritmo de la vida, hoy solo impera el silencio de aquellos que se dan cita al lugar para conmemorar a los fallecidos.
Memorial improvisado
Un memorial improvisado crece entre flores blancas y colores, una bandera y un cartel escrito a mano: “Por siempre en nuestros corazones”.
Las palabras parecen susurradas por cada persona que pasa frente al sitio, como si de alguna forma pudieran calmar el dolor.
«Gregorio Mota llegó solo, con una vela en la mano. No tenía familiares ni amigos entre los afectados, pero no podía dejar de sentir el dolor, visible en sus ojos llenos de lágrimas que no quería dejar caer.
“Es una tragedia que nos ha tocado a todos. República Dominicana está sumergida en el dolor”, dijo con voz baja, como si temiera romper algo más si hablaba más fuerte.
Carmen Mazara fue otra de las ciudadanas que acudió al lugar a solidarizarse.
“No importa si no los conocía… he sentido en mi alma esta tragedia, en mi alma y en mi corazón. Y yo sé que cada dominicano lo ha sentido”, expresó con un nudo en la garganta.
Los moradores del lugar se acercan desde tempranas horas y miran la fachada ennegrecida del local y el memorial improvisado.
“Debe de ser algo dedicado a Dios. Ellos estaban buscando una diversión en un lugar equivocado. Nuestro refugio está en Cristo Jesús”, manifestó finalmente Carmen.
Welin Matos, de voz grave y mirada ausente, tenía dos compueblanos de Las Matas de Farfán y hoy, en total silencio, se despide de ellos.
“Es una tragedia. Estamos pasando por un momento difícil que cuesta… que cuesta creer que sucedió”, puntualizó.
Velas encendidas
Las velas siguen encendiéndose. En ellas está cargado el pésame de la tragedia, donde todos llegan a solidarizarse.
La discoteca Jet Set ya no es solo un edificio, es una tumba sin lápida, un recuerdo colectivo, una herida abierta en el corazón de un país que aún no encuentra las palabras para explicar tanto dolor.