El colapso del techo de la discoteca Jet Set, que dejó 232 personas fallecidas y más de 180 heridas, marcó una de las tragedias más devastadoras de la historia reciente en República Dominicana.
A dos semanas del hecho, su propietario, Antonio Espaillat, habló en una entrevista con la periodista Edith Febles, donde reconoció que durante más de 30 años de operación nunca se realizó una evaluación estructural del inmueble, ni pública ni privada, y que la caída frecuente de plafones de yeso era atribuida a la humedad generada por los aires acondicionados.
Un techo «cubierto por plafones»
Desde el primer día, Jet Set funcionó bajo un techo cubierto por plafones de yeso, un material que, según relata Espaillat, frecuentemente cedía ante la humedad. “Siempre se nos caían los plafones”, confesó.
La causa más común, según dijo: la condensación y los drenajes obstruidos de los aires acondicionados. “Los plafones de yeso absorben toda el agua, el yeso se pone pesado y cae”, explicó. A pesar de ser un problema recurrente durante tres décadas, no se consideró una señal de alerta estructural y se vinculó a los aires acondicionados.
De acuerdo con el empresario, el mismo día de la tragedia, se reemplazaron algunos plafones, algo rutinario según Espaillat, “siempre se cambiaban”. “Eso lo hacían los empleados, era algo común. Nunca pensamos que fuera más que un tema de aire acondicionado”.
En cuanto al estado estructural del edificio, no se realizaron inspecciones técnicas a fondo en los 30 años que operó como discoteca. Aunque el techo fue impermeabilizado periódicamente —la última vez, apenas un mes antes del colapso—.
“En cuanto a filtración, nosotros siempre teníamos el techo impermeabilizado. Entonces entendíamos siempre que era un tema de aire”, explicó.
En cuanto a las inspecciones, mencionó que nunca se realizó una evaluación estructural formal, ni por parte del Estado ni por profesionales externos, más allá de los requerimientos habituales de bomberos y ayuntamientos sobre aspectos menores, como basura o ruido.
El peso sobre el techo
Espaillat indicó que la discoteca operaba con seis unidades de aire acondicionado, instaladas en el techo dentro de casetas de aluzinc que fueron recomendadas por técnicos para proteger los equipos del salitre.
También dijo que había tres tinacos de agua, necesarios por la inestabilidad del suministro en la zona.
A pesar de remodelaciones estéticas en los años 2000 y 2015, nunca se reforzó la estructura. Los trabajos se limitaron a mobiliario y decoración. “No se hicieron cambios de peso importantes”, afirmó.
“No he tenido vida desde que esto ocurrió. Lo que más quiero es saber qué pasó”, dijo con la voz quebrada.
Acercamiento a familias afectadas
Confesó haber hablado con familiares de víctimas y heridos, buscando brindar apoyo. “Los últimos días he estado hablando con las familias de nuestros empleados. He estado hablando con familias de las víctimas que se nos han acercado», explicó.
Una de las familias, comentó, necesita ayuda para que dos niñas huérfanas puedan terminar el colegio. “Yo no me voy a esconder. Estoy aquí para dar la cara”.
El colapso del techo ha desatado preguntas complejas sobre la supervisión, el mantenimiento y la prevención en espacios públicos. La entrevista revela no solo las fallas físicas del inmueble, sino también una cultura de informalidad peligrosa que durante años fue ignorada.