Los funiculares son una de las soluciones de transporte más ingeniosas para salvar desniveles pronunciados en ciudades y montañas. Su funcionamiento básico es simple: dos vagones están unidos por un cable que pasa por una polea en la estación superior. Mientras uno asciende, el otro desciende, de modo que se equilibran como una balanza. Gracias a este principio, la gravedad actúa como aliada y reduce el esfuerzo que debe realizar el motor eléctrico encargado de la tracción.
Este motor, situado normalmente en la parte alta, regula la velocidad y compensa las diferencias de peso entre ambos coches. Hoy en día, los sistemas de control electrónico permiten un movimiento suave, frenadas seguras e incluso la recuperación de energía en determinadas condiciones. Aunque ambos vagones suelen compartir la misma vía, existe un tramo de doble carril en la parte central para que puedan cruzarse sin chocar, un detalle de ingeniería que resulta esencial en recorridos tan limitados en espacio.
Normalmente, la seguridad en los funiculares modernos se apoya en frenos automáticos, sensores que controlan la tensión del cable y sistemas informatizados que supervisan en todo momento la operación. De esta manera, lo que en el siglo XIX fue un avance basado en la física elemental se ha transformado en una infraestructura tecnológica capaz de ofrecer un transporte eficiente y seguro.
El accidente del Ascensor da Glória
Este miércoles, alrededor de las 18:05, el histórico funicular Elevador da Glória de Lisboa —una auténtica joya turística inaugurada en 1885— sufrió un grave descarrilamiento. Uno de sus coches se desvió de las vías y chocó violentamente contra un edificio. El accidente dejó un saldo trágico: al menos 15 personas fallecidas y 18 heridas, entre ellos dos españoles. Las autoridades portuguesas movilizaron de inmediato a más de sesenta operativos y una veintena de vehículos de emergencia para rescatar a las víctimas, en una operación que se prolongó durante más de dos horas.
Testigos describieron que el coche descendió sin control por la empinada calle Calçada da Glória, perdió los frenos y se estrelló contra el edificio. “Se vino abajo como una caja de cartón”, relató una de las personas allí presentes.
Desde 1885, Elevador da Glória de Lisboa conecta la Plaza de los Restauradores con el Barrio Alto, recorriendo unos 265 m con una inclinación superior al 17 %. Tiene una capacidad de hasta 43 pasajeros por coche y transporta más de 3 millones de personas al año, tanto residentes como turistas.
Todavía no está claro qué ha ocurrido con este funicular
El gobierno ha declarado un día de luto nacional y el Ayuntamiento de Lisboa ha decretado tres jornadas de duelo municipal, además de ordenar la suspensión temporal de otros elevadores de la ciudad para llevar a cabo inspecciones de seguridad.
La Fiscalía, por su parte, ha abierto una investigación formal para determinar las causas del siniestro, mientras la empresa operadora asegura que el mantenimiento estaba al día. De momento, todo apunta a que la rotura o desprendimiento de un cable de seguridad provocó que el coche perdiera el control y descendiera precipitadamente sin posibilidad de detenerse.
A falta de más información oficial, este caso pone de relieve la importancia de los elementos críticos en este tipo de transporte, como los cables de seguridad, los frenos redundantes y los sistemas de monitorización continua. El desgaste de un componente o un fallo en la supervisión pueden desencadenar un accidente de enormes proporciones en cuestión de segundos.