Las manifestaciones que está dando Wander Franco fuera de las líneas de cal, lo están llevando por un camino nebuloso donde podría encontrar un final definitivo de su carrera.
No son uno, ni dos los jugadores con todas las herramientas que han fracasado por no poner de su parte y buscar el antídoto para controlar ese comportamiento desafortunado. El listado es tan largo como la cola del cometa Hanley.
En las Grandes Ligas hay muchos casos de jugadores que no son modelos a imitar por la vida díscola y uno que sirve de modelo es Jake Powell, jardinero, que tuvo en 1935 una esplendorosa temporada de novato con los Senadores de Washington con un promedio de bateo de .312/.360/.428 con 98 carreras impulsadas, 15 bases robadas y solo 37 ponches en 551 turnos al bate.
La prensa con sus elogios lo proyectaban como dueño único del espectáculo.
Sin embargo, Powell con ese gran talento, llevaba una vida desordenada como la describió el periodista Steve Wulf cuando escribió: “Era un intolerante, un mujeriego, un bebedor, un jugador, un prevaricador y un alma tan atormentada que se quitó la vida disparándose en una Comisaría de Washington”.
Durante la temporada de 1936, Powell chocó a propósito con el primera base de los Tigres, Hank Greenberg, quien se fracturó la muñeca y se perdió la mayor parte de la temporada. Los Senadores, hartos, lo cambiaron a los Yankees por Ben Chapman.
Powell y los Yankees
Powell recompensó a los Yankees con su segunda temporada sólida consecutiva: bateó .299, anotó 102 carreras, impulsó 78 y robó 26 bases. Luego, los ayudó a ganar la Serie Mundial con una línea ofensiva de .455/.538/.636 con ocho carreras en seis juegos.
Ese fue el final del éxito y la posición de Powell como jugador a tiempo completo. Sus estadísticas se desplomaron en 1937 y su carrera y su vida dieron un giro inesperado en junio de 1938, cuando, durante una entrevista, contó a un radioemisor de Chicago cómo se mantenía haciendo trampas en el juego de cartas.
Franco, con apenas 24 años, puede levantar su carrera poniendo a Dios como su manager y la Biblia como su código de vida.
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1978: Alejandro Peña, lanzador, es firmado por Rafael Ávila para los Dodgers de Los Angeles.
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1983: Tony Fernández, Toronto, dispara su primer hit en las Mayores contra Tim Conroy de Oakland.
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1985: Mariano Duncan, Dodgers, remolca 5 carreras contra Atlanta, marca personal.