Durante años, muchos alimentos han sido eliminados de nuestras dietas por costumbre, mitos o miedo, bajo la creencia de que son “poco saludables”.
Sin embargo, investigaciones recientes, incluyendo estudios de la prestigiosa Harvard T.H. Chan School of Public Health, sugieren que varios de estos productos, lejos de ser perjudiciales, pueden convertirse en aliados para la salud si se consumen de manera adecuada y en el contexto de una dieta equilibrada.
Especialistas del sitio Verywell Health han recopilado evidencia científica que respalda la inclusión de ciertos alimentos que tradicionalmente han tenido mala fama, pero que en realidad aportan nutrientes esenciales, practicidad y beneficios comprobados.

Un ejemplo claro son las verduras congeladas. Aunque muchas veces se perciben como menos nutritivas que las frescas, estudios demuestran que, al ser congeladas en su punto óptimo de maduración, conservan gran parte, y en algunos casos incluso más, de sus nutrientes.
Su disponibilidad durante todo el año, su menor costo y su conveniencia las convierten en una opción saludable para incorporar vegetales en la alimentación diaria sin complicaciones.
El pescado enlatado, por su parte, ha sido objeto de desconfianza debido a su procesamiento, pero variedades como las sardinas o el salmón mantienen ácidos grasos omega-3, proteínas de alta calidad y otros nutrientes clave.

Según Harvard, su consumo regular puede contribuir a la prevención de enfermedades cardiovasculares, especialmente si se eligen productos bajos en sodio y sin conservantes innecesarios.
Otro alimento que ha pasado por un proceso de “reivindicación” es el café.
Por mucho tiempo fue asociado a efectos negativos debido a la cafeína, pero estudios recientes, incluyendo un metaanálisis del National Heart Institute basado en más de 450,000 personas, muestran que el consumo moderado de café (de dos a tres tazas al día) está vinculado con una reducción en el riesgo de enfermedades cardíacas y una menor mortalidad general.

Tanto el café con cafeína como el descafeinado aportan antioxidantes y compuestos beneficiosos para la salud.
En cuanto a los productos derivados de la soja, persisten mitos relacionados con efectos hormonales o aumento del riesgo de cáncer, pero las investigaciones actuales desmienten estas creencias.
Harvard señala que no hay evidencia de efectos adversos hormonales en humanos, y que, por el contrario, la soja tradicional (como el tofu, la leche de soja y el edamame) es rica en proteínas, grasas saludables e isoflavonas, y puede contribuir a la reducción de riesgos cardiovasculares y metabólicos.

Las papas, frecuentemente asociadas con el aumento de peso o enfermedades metabólicas, también pueden ser beneficiosas si se cocinan de forma saludable. Hervidas, al horno o al vapor, son una excelente fuente de fibra, vitamina C, potasio y otros micronutrientes.
Lo que suele generar efectos negativos es la forma de preparación, como la fritura, y los acompañamientos altos en grasas o sodio, no el alimento en sí.
Algo similar sucede con las palomitas de maíz, o pochoclos. Aunque muchas veces se relacionan con grandes cantidades de mantequilla, sal o azúcar, cuando se preparan con aire caliente y sin aditivos se convierten en un snack integral bajo en calorías y rico en fibra.
Según Harvard, pueden ser una opción saludable para controlar el apetito entre comidas, además de aportar antioxidantes naturales.

Finalmente, los huevos, durante décadas desacreditados por su contenido de colesterol, hoy cuentan con una nueva mirada gracias a la evidencia científica. Un análisis publicado en la revista The BMJ concluyó que el consumo moderado de huevos (hasta uno al día) no incrementa el riesgo de enfermedades cardíacas en adultos sanos.
De hecho, los huevos aportan proteínas de alta calidad, vitaminas esenciales y antioxidantes como la luteína, importantes para la salud ocular y cerebral.
En conclusión, la ciencia de la nutrición ha demostrado que no se trata de prohibir alimentos, sino de entenderlos en su contexto.
La clave está en la variedad, el equilibrio y la forma de preparación. Muchos productos que antes fueron evitados pueden ser perfectamente compatibles con una alimentación saludable si se consumen con criterio.
Dejar atrás los prejuicios alimentarios permite tomar decisiones más informadas y disfrutar de una dieta más diversa, accesible y, sobre todo, sostenible a lo largo del tiempo.
Fuente: infobae
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