Este artículo fue publicado originalmente en El Día.
Santo Domingo, RD. – Entre desperdicios, escombros y en medio del bullicio urbano, se le vio salir a un hombre de baja estatura, capcioso y viendo quiénes estaban en su casa.
Ese era Rafael Yaza, de 54 años, quien salía desde uno de los contenedores de basura que se ubican en las inmediaciones del “Monumento Faro a Colón”, donde rebusca entre los desechos para ganarse la vida en Santo Domingo Este.
Su historia, aunque llena de asombro por las carencias, la inhospitalidad en la que vive y la limitada salubridad del lugar, es un testimonio de resiliencia y una muestra de la realidad que enfrentan muchos.

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Rafael, con timidez y un poco de lejanía, accedió a contar su historia al equipo de periodistas de El Día, abrió su corazón esperanzado que cada día anhela conseguir algún tipo de metal para poder obtener el sustento.
«Desde que me levanto, me meto en ese contenedor para poder sobrevivir», relata Rafael, quien desde la «zafaconía» recolecta materiales reciclables como plástico, metal, aluminio y cobre para venderlos en la «metalera».

Este empobrecido señor no vive solo por elección. Su madre, con un derrame cerebral, y su padre, con Alzheimer, dependen de su ayuda.
«Para poder ayudar, tengo que venir para acá», explica.
A pesar de las dificultades, este humilde señor se muestra agradecido y pide a Dios fortaleza. Sin embargo, no olvida las carencias, esas que no se hacen olvidar cada vez que llueve.
«Se moja, mi casa se moja, llueve adentro y escampa afuera, por eso prefiero venir aquí”, destaca.

Rafael comparte su labor con otros «zafaconeros” que, como él, buscan en los contenedores una oportunidad. «Allí hay uno, en aquel contenedor, allá abajo hay otro», señala mientras mira a su alrededor desde donde observa a sus colegas en la distancia.
Este trabajo y vida poco usual tiene sus reglas, pues cada uno es responsable de husmear en su contenedor de basura sin salir de su territorio.
Aunque ha encontrado abanicos, celulares y otros objetos valiosos para la venta, asegura que lo más importante es «buscar el pan de cada día».
No obstante la lluvia, confiesa, dificulta su trabajo.
Rafael hace un llamado a las autoridades y al presidente para que brinden ayuda a quienes, como él, luchan por salir adelante. «Que se trate de ayudar sobre todas las cosas, con Dios por delante», expresa con esperanza.
La publicación Conoce la impactante historia de Rafael, un hombre de 54 años que vive en un zafacón frente al Faro a Colón apareció primero en El Día.