Este artículo fue publicado originalmente en El Día.
Un estudio internacional demuestra que la bacteria intestinal bifidobacterium breve, presente en la microbiota materna, favorece el crecimiento fetal y reduce la mortalidad embrionaria.
La investigación, liderada por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y publicada en la revista Journal of Translational Medicine, revela que esa bacteria regula la función endocrina de la placenta, es decir, la capacidad placentaria de producir hormonas que sostienen la gestación.
Se trata de “un hallazgo con importantes implicaciones para la salud materna y el desarrollo fetal”, indica la UAM en una nota.
Síntesis de hormonas clave
Mediante experimentos realizados con ratones libres de gérmenes, los investigadores comprobaron que la colonización con esa bacteria probiótica en el intestino de la madre aumenta la producción de metabolitos como el lactato y la taurina.
También favorece la expresión de transportadores de nutrientes y estimula la síntesis de hormonas clave, como prolactinas y glicoproteínas específicas del embarazo.
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A nivel molecular, los investigadores identificaron cambios en más de 400 proteínas placentarias vinculadas en procesos metabólicos, crecimiento celular y regulación hormonal.
Estos cambios se tradujeron en “beneficios tangibles” a nivel fetal: mejor crecimiento, aumento de la glucosa en sangre y una menor pérdida embrionaria temprana, de ahí que este trabajo sea “la primera evidencia de que la microbiota intestinal materna influye en la función hormonal de la placenta”.
El investigador que lidera este proyecto
En Europa, un 14 % de las mujeres gestantes consume probióticos, según el estudio, que también revela que las hembras expuestas a esta bacteria durante la gestación presentaban una menor tasa de mortalidad embrionaria.
“Si somos capaces de entender cómo las bacterias del intestino trabajan en favor de la gestación, enfermedades que están en aumento como la diabetes gestacional, la preeclampsia o alteraciones del crecimiento fetal podrían ser tratadas de una manera eficaz y segura, tanto para la madre como para el feto”, según Jorge López-Tello, primer firmante del trabajo e investigador de la Facultad de Medicina de la UAM.
El artículo, realizado en colaboración con científicos de las universidades de Cambridge, Birmingham y Cork, da continuidad a trabajos previos también liderados por López-Tello, en los que se analizaron los efectos de esta bacteria intestinal materna sobre el metabolismo cerebral y hepático del feto.
Estas “miles de conexiones en redes sociales –añadió Blasco Fontecilla- no son relaciones reales, sino un simulacro de pertenencia” porque la “hiperconectividad” en la que habitan los y las adolescentes genera “ilusión de acompañamiento”.
La soledad se esconde tras ello, en opinión del experto, quien hizo estas reflexiones en una jornada dedicada a la salud mental organizada por la Fundación Juan José López-Ibor y el Centro de Estudios Gregorio Marañón, y celebrada en la Fundación Ortega-Marañón.
Además, según explicó Blasco, inmersos en un entramado así, “los adolescentes viven expuestos a comparaciones constantes, a la búsqueda de validación y al miedo a la exclusión, lo que alimenta la ansiedad y la baja autoestima”.
La dificultad de alcanzar la madurez
La adolescencia, subrayó el experto, cuyas declaraciones recoge una nota de prensa de la Fundación Ortega-Marañón, es “un periodo biológicamente necesario para el aprendizaje del riesgo y la autonomía, pero el entorno actual multiplica los estímulos y reduce los límites”.
Además de la influencia del entorno digital, el psiquiatra destacó la brecha entre la maduración biológica y la psicológica puesto que en las sociedades actuales “los jóvenes maduran biológicamente antes, pero psicológicamente mucho más tarde”. Causas de ello, a su juicio: la sobreprotección parental y la falta de ritos de paso hacia la adultez.
“La sobreprotección es el gran error de nuestra especie”, advirtió antes de enfatizar que “el adolescente necesita equivocarse para aprender”. “Los padres que impiden todo riesgo crean hijos frágiles. La autonomía se construye cayéndose y levantándose”, ahondó.
Asimismo, Blasco recordó que el cerebro humano no completa su maduración hasta los 24 años, especialmente el lóbulo prefrontal, responsable del juicio y el control de impulsos. Sin embargo, dijo, en numerosas ocasiones a los y las jóvenes se les pide que se comporten como adultos cuando su cerebro “aún no puede hacerlo”.
La inmadurez, profundizó, explica en parte la impulsividad, la búsqueda de sensaciones y la dificultad para prever consecuencias, características típicas de la adolescencia.
Salud mental juvenil, a peor en Occidente
La jornada celebrada en la Fundación Ortega-Marañón reunió a psiquiatras, investigadores y profesionales de la salud mental para analizar la dimensión de la salud mental en la sociedad actual.
Según un estudio, el ‘Monitor global Mental Health Day’, de Ipsos, publicado este jueves, la salud mental se mantiene por cuarto año consecutivo como la principal preocupación en salud de los ciudadanos, sobre todo de las mujeres.
En concreto, el 62 % de la ciudadanía identifica la salud mental como su primer problema de salud, casi 20 puntos más que la media global de los 30 países analizados en el estudio anual, que es del 45
España se sitúa como el segundo país, tras Suecia (63 %), donde más preocupa la salud mental, que supera a otras afecciones como el cáncer (51 %); el estrés (36 %); la obesidad (29 %) y el tabaquismo (19 %).
María Inés López-Ibor, psiquiatra y presidenta de la fundación que lleva el nombre de su padre, uno de los maestros de la psiquiatría, afirmó durante la jornada que “la mitad de los trastornos mentales aparecen antes de los 25 años, y la mayoría se inician en torno a los 14”
Blasco, en este sentido, incidió en que en todos los países occidentales, la salud mental juvenil ha empeorado en la última década.
Sobre tres ejes giran las causas: el exceso de exposición digital, que altera los ciclos del sueño, la atención y la socialización; la falta de referentes estables, en familias, escuela y comunidad; y la presión de un futuro incierto, que alimenta el miedo, la frustración y la desmotivación.
La publicación La microbiota intestinal materna protege el embarazo, según un estudio apareció primero en El Día.