Hace mucho que no vivíamos un clásico así. El dominio que impuso en juego y resultado el Barcelona la temporada pasada fue rotundo. Arrancando el nuevo curso, estaba claro que el primer enfrentamiento de los dos grandes de España representaba una presión importante para el Real Madrid. Se jugaba en un Bernabéu por cuyas gradas y pasillos se repetía con preocupación aquello de que “el nuevo entrenador no había estado a la altura ante equipos importantes”.
La previa venía encendida por las declaraciones de un Lamine Yamal, tan talentoso como provocador, comentarios que al parecer no cayeron bien en el vestuario del rival. Pero, por lo que se vivió en la cancha, fueron un aliciente motivador para que los blancos saltaran desde el primer minuto a buscar la victoria. Y así lo hicieron, se llevaron los tres puntos de un partido con resultado bastante engañoso, pues tranquilamente pudo terminar en goleada.
Desde lo táctico, Xabi Alonso apostó por un mediocampo que le garantizara la contención y el rompimiento del juego del Barça, la inclusión de Camavinga fue un acierto, y el tándem con Tchouaméni estuvo eficaz. Carreras volvió a recuperar la forma de los primeros juegos de temporada y frenó muy bien a Lamine. Bellingham volvió a tener esa presencia en el campo que lo hace un jugador distinto. Y claro, también y sobre todo Mbappé, quien a pesar del penal fallado demostró el desequilibro y la potencia que lo hacen ser, en mi opinión, el mejor futbolista de la actualidad.
De Vinicius diré que el gran partido que hizo, carrereando libre por los espacios del campo con esa potencia única que tiene, lo empañó con la rabieta que hizo al momento que fue sustituido. Muchas veces nos ha tocado ponernos en su lugar para respaldar su rebeldía, pero en esta ocasión no hubo motivo ni causa; el equipo en un deporte de conjunto está por encima de cualquier individualidad.
Las emociones, bien caldeadas, se rebosaron al concluir el partido. El fútbol del dime y te diré, de los piques y empujones reclamó su espacio. La controversia que tanto vende la compraron jugadores de ambos equipos; por momentos se perdió la lucidez, la pasión se apoderó de unos egos desatados que en aquellas proporciones afean y le hacen daño al espectáculo.


