Las familias reconstruidas son algo que vemos cada día con énfasis. Sin embargo, debemos saber algunas cosas para que estas tengan más posibilidades de éxito. Cuando dos personas divorciadas o viudas deciden volver a unirse a alguien de manera sentimental, y existen hijos de las uniones anteriores, surge el rol del padrastro o de la madrastra.
Uno de los principios es que la figura del padrastro debe entender que no es el padre biológico y, por ende, no puede pretender ser su sustituto. Aun sea que el padre o madre hayan muerto, la figura del padre o madre siempre debe respetarse y honrarse frente a sus hijos(as). No quiere decir que este no tenga injerencia, sobre todo, en la crianza de los hijos, pero la responsabilidad mayor la debe asumir el padre o la madre biológica.
En lo que respecta al padrastro, es importante destacar que, cuando se presenten diferencias, el padre biológico debe asumir el rol principal frente al conflicto. Siempre y de manera ideal, con el apoyo de su pareja. El escenario ideal es que todos los involucrados (padres, madres, padrastros y madrastras) estén alineados por el bien y en beneficio de los muchachos.
A tomar en cuenta
Otro principio importante es que “el amor no se impone ni se exige”. Por tanto, no se obliga a los muchachos a llamar papá a la nueva pareja. Se debe permitir y dar el chance a los muchachos a conocer y relacionarse con la nueva pareja y, que en este proceso, el chico o la chica elija cómo decirle, según lo que sienta.
Otro principio es que los adultos son los adultos, son los llamados a edificarse, si deciden unirse a alguien que ya tiene hijos(as). No pueden esperar que sean los jóvenes o niños(as) que “se ganen sus afectos”. Es totalmente lo contrario. Se espera una madurez de parte de los adultos, que sin forzar ni adoptar posiciones hipócritas ni sobre actuadas, se ganen el afecto y respeto de los hijos de la persona amada y elegida para formar nuevamente una familia y un hogar. Aunque suene fuerte la palabra hipócrita o sea la no sinceridad al inicio de estas uniones, con relación a los hijos, es en gran medida, la razón principal de una posterior separación, o en su defecto, una batalla eterna y luchas de poder entre los hijos y la nueva pareja, algo que es injusto para todas las partes.
Un aspecto importante que ayuda a las familias reconstruidas a comenzar y vivir estables es la justicia. ¿Qué quiere decir eso? Ser justos, no importa que sean los míos o los tuyos. Que lo que es aplicado para uno, o sea, para alguno de los hijos, sea aplicado para todos, no puede haber predilección o favoritismos ni para los míos ni para los tuyos. Lo que se le exige a uno se le debe exigir a los demás, igual lo que le permite a unos se les permite a los demás. En terapia vemos cómo, sobre todo si es el caso de que el padre que se casa es viudo (a), los hijos del fallecido son vistos como “los pobres huérfanos”, algo que les da ciertas ventajas sobre los demás, y se les permiten ciertas cosas que a los demás no. O, por el contrario, si a los hijos del fallecido o la fallecida se les trata de manera desigual, y no sienten la protección del padre o la madre con el que vive, se crea un resentimiento que tarde o temprano se va a traducir en problemas familiares, en muchos casos serios. Estos principios aplican para padrastros y madrastras.
No hacer
Un error que se comete a menudo es el hecho de no esperar el tiempo prudente para presentar a los hijos a una nueva pareja. Hay que entender que sea porque la persona se divorció o enviudó, los procesos no se fuerzan ni se aceleran. Los hijos deben tener su tiempo de procesar sus pérdidas, y poder dar cabida a nuevas personas en su vida, sobre todo si a esa persona la ven como alguien que va “sustituir” al padre o la madre que ya no está.
Creemos que el amor lo puede todo, y eso, lamentablemente no es verdad. Con amor se pueden facilitar muchas cosas. Sin embargo, es importante que se entienda que, si bien es cierto que con amor se pueden lograr muchas cosas, en el caso de familias reconstruidas, existen muchos elementos de juicio que se deben conocer y, así como se va a terapia de pareja cuando surgen dificultades en las parejas, cuando se toma este tipo de decisión, la terapia familiar es una buena e inteligente opción. Las segundas y terceras uniones tienen mayor probabilidad de ser exitosas, si se entra a ellas con las herramientas adecuadas y saludables.
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La autora es psicóloga clínica y terapeuta familiar – Grupo Profesional Psicológicamente