En República Dominicana, la calidad del agua potable suministrada por la red pública no cumple con los estándares necesarios para ser considerada segura para el consumo humano. Las embotelladoras han derivado en una industria de gran tamaño, que alcanza un crecimiento anual promedio de 6.4% y superior a los 1.6 millones de pesos.
Esta realidad ha llevado a la población a depender de empresas privadas que se dedican a la purificación y distribución de agua embotellada como una alternativa confiable. Julio Quezada, presidente de la Asociación Dominicana de Procesadores de Agua Purificada (Asoproagua), describe la industria local como «amplia, dinámica y estable», destacando que crece constantemente debido a la desconfianza de los consumidores en el agua suministrada por el Estado.
De acuerdo con datos suministrados a Diario Libre por el Ministerio de Salud Pública, unas 194 empresas embotelladoras cuentan con registros sanitarios, con un fuerte énfasis en Santo Domingo, donde se concentran 60, y el Distrito Nacional y Santiago, ambas con 12.
Sin embargo, el presidente de Asoproagua reveló que más de 2,000 empresas operan a nivel nacional, una cantidad que supera en grandes proporciones a las registradas en Salud Pública.
Recaudaciones millonarias
El Ministerio de Industria y Comercio indica que en el período 2019-2023 las ventas de la industria experimentaron un crecimiento promedio anual de 6.4%, pasando de RD$ 1,156 millones en 2019 a los 1,586 millones en 2023. Durante los primeros seis meses de este 2024 el monto acumulado ascendía a 824 millones.
También se exporta
Durante enero-agosto de este año las exportaciones de agua embotellada presentaron un monto acumulado de 2.4 millones de dólares.
Los principales países destino de estas exportaciones en el período 2021-2023 fueron: Estados Unidos (US$ 292.466), Puerto Rico (US$ 274.015), Islas Turcos y Caicos (US$ 270.439), Panamá (US$ 251,201) y Curazao (US$ 249.204).
Mercado laboral
Esta industria genera aproximadamente 1,126 empleos formales directos, de acuerdo con datos suministrados por Industria y Comercio.
En el período enero-agosto del 2024 el aporte promedio al empleo fue de 921.
Distribución y venta
El agua embotellada se puede adquirir en casi todos los puntos de venta del país, como colmados, supermercados, tiendas, restaurantes, hoteles y farmacias, en presentaciones que van desde botellas de 16 onzas hasta botellones de cinco galones. Los precios varían dependiendo de la marca y el tamaño, oscilando entre 15 y 90 pesos. Los botellones han experimentado aumentos sostenidos. En sectores de clase media y alta de Santo Domingo ya se venden entre 100 y 110 pesos.
En Santo Domingo, las marcas tradicionales son Crystal, Planeta Azul, Dasani, Alaska y Orbis. Un dato curioso compartido por Quezada revela que el 80 % del agua consumida en la capital es distribuida por pequeñas empresas. Las tres grandes marcas (locales apenas representan un 12 o 13 % del mercado.
Planeta Azul, por ejemplo, distribuye aproximadamente 100 mil botellones y más de un millón de botellas al día, con un aumento significativo en las ventas durante el verano, según Diego Freire, gerente general de la empresa.
Mineral vs. purificada
Las empresas que de dedican a este negocio ofrecen una variedad de opciones para satisfacer las diferentes necesidades de los consumidores: natural, con gas, saborizada y mineral alcalina.
El agua purificada se obtiene mediante el sistema de ósmosis inversa, mientras que, a la mineral, tras este proceso, se le añaden minerales, alcanzando aproximadamente 1,500 ppm adicionales. El agua mineral, cuyo botellón puede alcanzar el precio de hasta 200 pesos, es considerada más nutritiva y generalmente está disponible en hoteles, restaurantes y embotelladoras exclusivas. El agua que utilizan la mayoría de empresas para purificar y embotellar el producto proviene de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) o, en su defecto, de pozos sumergibles.
Freire, explica que solo en situaciones de emergencia recurren a pozos para garantizar el servicio a la población.
A pesar de estas regulaciones, es común ver botellones de agua expuestos directamente al sol en los puntos de venta, especialmente en colmados. Según estudios, las altas temperaturas pueden afectar la calidad del agua, liberando sustancias cancerígenas; poniendo en riesgo la salud de los consumidores, ya que los plásticos expuestos al sol pueden liberar compuestos orgánicos volátiles dañinos para el hígado, los riñones y el sistema nervioso. «El agua para el ser humano es un factor de vida o un factor de muerte», afirma Edgar Castillo, vicepresidente de la Latin American Bottled Water Association (LABWA), que opera en Canadá. En respuesta a esta situación, el 30 de julio pasado, las empresas embotelladoras y sus asociaciones acordaron con el Instituto Nacional de Protección de los Derechos del Consumidor (Pro Consumidor) un plazo de 90 días para cubrir o reubicar los botellones expuestos al sol en las plantas de procesamiento, durante su transporte y en los comercios. De no cumplir con esta medida dentro del plazo establecido, se aplicarán sanciones contra los infractores, conforme a la Ley No. 358-05 sobre Protección de los Derechos al Consumidor o Usuario. La implementación de medidas de control adecuada son esenciales para proteger la salud de los consumidores.