El hombre fuerte del Estado Islámico, un discreto financiero somalí

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Reconocible por su barba naranja, el buscado y escurridizo somalí Abdul Qadir Mumin es probablemente el hombre fuerte del grupo yihadista Estado Islámico (EI) aunque no tenga el título oficial de califa, estiman los analistas.

EI afirma que Abou Hafs al Hachimi al Qourachi es el Comandante de los Fieles, el jefe de la organización, pero nadie sabe quién se oculta detrás de ese seudónimo y si esa persona realmente existe.

En cambio, Mumin, quien al parecer preside el Directorio General de Provincias de Somalia de la organización, llama la atención.

«Es la persona más importante, el más poderoso, el que controla la red mundial del Estado Islámico«, afirma Tore Hamming, del Centro Internacional del Estudio de la Radicalización.

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En la opaca estructura del EI, cuyos líderes han sido asesinados uno a uno por Estados Unidos, Mumin es de los pocos «altos mandos que logró sobrevivir hasta ahora, lo que le da cierto estatus dentro del grupo», dijo Hamming a la AFP.

Hace unos meses se creía que había muerto en un ataque estadounidense, pero a falta de pruebas, se le considera vivo y muy activo.

«Somalia es importante por motivos financieros», comentó Hamming. «Sabemos que envían dinero a Congo, Mozambique, Sudáfrica, Yemen, Afganistán. Así que tienen un buen modelo de negocios».

Las transacciones son tan opacas que resulta imposible calcular los montos o las rutas por las que pasa el dinero de un lugar a otro.

Territorio pequeño pero atractivo 

Nacido en la región semiautónoma de Puntland, en el noreste de Somalia, Mumin vivió en Suecia antes de radicarse en Inglaterra, donde obtuvo la nacionalidad británica.

En Londres y Leicester se dio a conocer a inicios de los años 2000 como un predicador vehemente en mezquitas radicales.

Se dice que quemó su pasaporte británico al llegar a Somalia, donde se convirtió en propagandista del grupo Al Shabaab, vinculado a Al Qaida.

En 2015, Mumin anunció que se integraba a las filas del Estado Islámico (EI).

«Controla un territorio pequeño pero tiene mucha atracción. Distribuye voluntarios y dinero», comentó un funcionario europeo de inteligencia que pidió no ser identificado.

Mumin también financia a los rebeldes ugandeses de las Fuerzas Democráticas Aliadas (FDA), afiliadas a EI en la República Democrática del Congo, «ahora con entre 1.000 y 1.500» hombres dijo el funcionario europeo.

Con ayuda de Mumin, «se volcaron recientemente a la yihad» en busca de «radicalización, armas y financiamiento».

Algunos observadores lo señalan como el califa de la estructura de mando yihadista. Sin embargo, esa designación supondría un giro ideológico para este grupo con raíces profundas en Levante, el territorio del califato de EI entre 2014 y 2019, que se extendió entre Irak y Siria.

«Eso crearía una especie de revuelo dentro de la comunidad de partidarios y simpatizantes de EI«, indicó Hans-Jakob Schindler, director del centro de estudios Proyecto de Contra Extremismo.

«Un somalí cualquiera» 

En teoría, el califa debe ser un árabe de una tribu ligada al profeta. El líder supremo de un grupo tan preocupado por su sustento ideológico «no puede ser un somalí cualquiera con una barba naranja», explicó Schindler a AFP.

Especialmente porque los líderes de las filiales de EI, como el IS-K en Afganistán o el ISWAP en África occidental, podrían reclamar el cargo.

Pero aunque el somalí no cumpla el criterio de liderazgo, su ubicación geográfica le da ciertas ventajas.

«El Cuerno de África puede haberle brindado una oportuna distancia de la inestabilidad en Levante y mayor libertad de movimiento», según el CTC Sentinel, una publicación de la academia militar West Point sobre amenazas terroristas.

«Este perfil de liderazgo se asemeja a la de otro líder yihadista, Osama bin Laden, quien entendió que financiar la guerra era esencial para ganarla», indica.

El auge de Mumin, pese a los pocos combatientes bajo su mando, refleja también las dinámicas internas del EI.

Lo primero, dijo Hamming, es que «el califa ya no es la persona más importante del Estado Islámico«.

Lo segundo es que EI sigue una estrategia gradual de volverse hacia África.

No obstante, el mando de la organización sigue centrado en Oriente Medio, según el CTC Sentinel.

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