Los dos aspirantes a secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el ministro de Exteriores de Surinam, Albert Ramdin, y el de Paraguay, Rubén Ramírez Lezcano, presentaron este lunes sus candidaturas, con posiciones encontradas sobre cómo abordar la situación en Venezuela y la relación con China.
Ramdin, que tiene el respaldo de los países de la Comunidad del Caribe (Caricom), y Ramírez Lezcano, que se reunió en octubre con Donald Trump en su mansión de Florida, se sometieron a las preguntas del Consejo Permanente de la OEA, que el próximo 10 de marzo elegirá al sustituto de Luis Almagro tras diez años en el cargo.
Durante su discurso inicial, el diplomático surinamés se ofreció a buscar el «diálogo» entre los Estados miembro para resolver los retos regionales y prometió que trabajará para hacer que el organismo sea «relevante de nuevo».
Por su parte, el canciller paraguayo puso el foco de su candidatura en la defensa de la democracia y de los derechos humanos, algo que considera «ineludible» para la OEA.
Diferencias sobre Venezuela y China
Ambos tienen posturas encontradas sobre cómo atender la crisis en Venezuela, donde Nicolás Maduro juró el 10 de enero para un tercer mandato como presidente entre denuncias de fraude electoral por parte de la oposición, que reivindica la victoria de Edmundo González Urruria.
Al ser preguntado por el representante de Estados Unidos, Thomas Hastings, sobre la situación en Venezuela, Cuba y Nicaragua, el aspirante surinamés se limitó a decir que, de ganar, hará cumplir con las normas del organismo.
En posteriores declaraciones a la prensa, Ramdin opinó que «la única forma» de atender la situación en Venezuela es mediante un «diálogo» con el Gobierno de Maduro.
En cambio, Ramírez Lezcano opinó que la OEA debe «trabajar intensamente» para que Venezuela, Cuba y Nicaragua «vuelvan al sistema democrático y tengan gobiernos respetados y respetables».
El canciller de Paraguay, cuyo Gobierno no reconoce a Maduro, propuso además crear un grupo de alto nivel en la OEA para abordar ese asunto.
Estados Unidos, el mayor donante de recursos del organismo, ha expresado preocupación por la influencia de China en Latinoamérica y este lunes cuestionó el rol que Pekín juega dentro de la organización, donde tiene un asiento como miembro observador.
Ramdin defendió ante la prensa que «todos los países deben tener la misma oportunidad de poder hablar, influir y contribuir» en la OEA, al tiempo que negó que su candidatura tenga el respaldo de China.
Mientras, el canciller de Paraguay, cuyo país reconoce a Taiwán y no mantiene relaciones diplomáticas con Pekín, advirtió durante la sesión que la OEA debe vigilar que el apoyo que recibe de naciones externas «no desvíe ni un milímetro» al organismo de sus objetivos.
En cuanto a la crisis migratoria regional, Ramdin apostó por impulsar el «desarrollo económico» de los países emisores para que sus habitantes no se vean forzados a tener que abandonar sus hogares.
Ramírez Lezcano dijo que este es un tema «clave» y que se debe trabajar en un programa que atienda la «ilegalidad» del fenómeno y también «los factores que originan la migración«.
Ambos diplomáticos se comprometieron en el combate a la crisis climática y en el apoyo a Haití para que supere la espiral de violencia.
El legado de Almagro
Para ser elegido secretario general, el candidato debe lograr el apoyo de la mayoría simple de los Estados miembros, es decir 17 votos.
De los 35 países que llegaron a formar parte de la OEA, hoy hay 32 Estados activos, dado que Cuba está excluida desde 1962, Nicaragua abandonó el organismo en 2023 y Venezuela no participa en la organización.
- El ganador de este proceso reemplazará en el cargo al uruguayo Luis Almagro, quien inició su gestión en 2015 y fue reelegido para un segundo mandato en 2020.
- Almagro, respaldado por Estados Unidos, ha puesto el énfasis en la democracia y los derechos humanos en la región, con una posición muy crítica hacia Venezuela y Nicaragua, que se desvincularon del organismo durante su mandato.
- El uruguayo ha sido criticado por los Gobiernos de izquierda por su posición ante la crisis política de Bolivia que llevó a la salida de Evo Morales del poder en 2019, y también generó polémica por la relación sentimental que mantuvo con una subordinada.