El INPOSDOM recibió 131 millones de pesos en medio año

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El Instituto Postal Dominicano (Inposdom), es una empresa estatal que se dedica a movilizar cartas, bultos postales, couriers y demás géneros de correspondencia, incluyendo transferencias de dinero.

En el 2024, la institución gastó 561.1 millones de pesos del Gobierno Central, según un informe oficial. Todo ese dinero, que proviene de los impuestos de los dominicanos, se usa para hacer funcionar el correo. Sin embargo, ¿funciona adecuadamente?

Diario Libre puso a prueba el servicio enviando cuatro paquetes: uno a España, otro a Santiago, uno al interior de la República Dominicana y el último en la misma capital.

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Un paquete con el sello de Diario Libre y dos palabras escritas: Información confidencial. (MIGUEL CAIRETA SERRA)

El pedido a España

Entramos en las oficinas del INPOSDOM, con sus techos altos y bien cuidados. El edificio se encuentra en el malecón, justo al lado del edificio de pasaportes. “Va a tardar de 20 a 25 días laborables. Cuesta 250 pesos”, anuncian.

A España queremos enviar un sobre con el sello de Diario Libre y dos palabras escritas en el exterior: “información confidencial”. El envío, a pesar de ser internacional, no es caro. Tan solo nos piden 250 pesos.

Luego de rellenar unos papeles, un hombre dice: “Tenemos que abrirlo todo. Tenemos que ver qué estamos enviando”. 

Respondemos: “Pero no lo abran, ya está sellado. Es ilegal abrir cartas”. Sin embargo, esto no es España. Allí correos no puede abrir cartas sin una orden judicial. No es común que los funcionarios husmeen el interior de la correspondencia. En República Dominicana funciona de forma distinta.

“Aquí no es ilegal”, determina el hombre.

Finalmente, por buena fe, deciden no abrirlo. Viene otra mujer y dice: escriba ahí que son unos documentos y firme ahí abajo. Al lado, un hombre trae una carta para enviar a Estados Unidos. Sigue el mismo procedimiento. Miran en su interior y luego la sellan.

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Una caja de cartón, un vaso de cristal y papel de burbujas. Para enviar a Santiago. (MIGUEL CAIRETA SERRA)

El envío frágil:

Después de pagar el envío de la información confidencial a España, nos acercamos al mostrador de envíos exprés dentro del país. “Tarda entre 5 a 8 días en llegar”, explica una de las trabajadoras.

En este caso, enviamos un vaso de vidrio dentro de una caja vacía de un aparato electrónico. Además, lo protegemos con papel de burbujas para que no se rompa. Lo entregamos cerrado y preparado para enviar. Sin embargo, dicen: “Hay que abrirlo”. En este caso, como se trata de algo más voluminoso, no conseguimos dejarlo intacto.

“No solo lo abrimos nosotros, la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) también lo abrirá”, explica el hombre de al lado. Acto seguido, se levanta de la silla y se dirige unos metros a la derecha, allí donde está sentada una chica de la DNCD.

Una vez chequeado el paquete, otra mujer sale de una sala y dice: “¿Usted entiende que puede romperse? No utilizamos diferenciación de envíos frágiles”. Nos cobran 145 pesos.

La carta y el libro:

Finalmente, para poner a prueba todas facetas de INPOSDOM, enviamos un libro al interior del país, en Higuey, y una carta en la misma capital. Estos procesos siguen el mismo protocolo.

“¿Qué hay dentro?”, preguntan. “Un libro”, “una carta”, respondemos. 

Llenamos los papeles del envío, revisan el material, lo pesan en una báscula y nos dicen el precio. Son 145 pesos cada uno.

El resultado

Pasa un día y, por sorpresa, el libro llega a las 12:40 p.m. en perfecto estado. El pedido a Higuey, en un hogar del interior del país, no tarda ni 24 horas en llegar a su destino. Parece que los envíos al interior son efectivos, al menos a Higuey.

El libro llega en buen estado, sin ningún daño, en tiempo récord.

Los envíos los hicimos el 20 de febrero. Han pasado ocho días y recibimos la noticia de que ha llegado el paquete a Santiago, aquel que llevaba un vaso en el interior. A pesar de la fragilidad del vidrio, el paquete llega en perfecto estado. Tampoco ha sufrido daños.

Sin embargo, pasan los días y la carta que enviamos a Santo Domingo no llega. Lo que debería ser más fácil de enviar, no aparece. Pasan 11 días y lo declaramos esa carta como perdida.

20 días después de haber hecho los envíos, tampoco tenemos noticias del sobre enviado a España. Esos documentos confidenciales en algún punto se perdieron. 

El resultado final del experimento es agridulce. Han llegado la mitad de los paquetes. El de Higuey llegó en menos de 24 horas, muy veloz. El de Santiago tardó poco más de una semana.

Sin embargo, la carta a la capital y el sobre con información confidencial a España se perdieron en algún lugar del país o del mundo.

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