Cuando nos referimos a la ‘comunicación asertiva’ tendríamos que entender que ‘hablar con nuestros hijos es fácil’, en cambio, comunicarnos con ellos puede ser todo un reto. En muchos hogares, el diálogo entre padres e hijos se ha convertido en una cadena de órdenes, reproches o silencios incómodos.
Sin darnos cuenta, estamos criando desde el automático, desde el cansancio o desde el miedo, y dejamos de lado una herramienta fundamental para el desarrollo emocional y relacional de nuestros hijos: la comunicación asertiva.
En una sociedad que cambia a pasos agigantados, donde los niños y adolescentes están expuestos a miles de estímulos externos, el hogar debe ser un lugar donde la palabra sane, no donde hiera. Y para eso, los adultos debemos aprender a comunicarnos desde el respeto, la empatía y la firmeza.
¿Qué es la comunicación asertiva?
La comunicación asertiva es la capacidad de expresar lo que pensamos, sentimos o necesitamos de forma clara, directa y respetuosa, sin agredir ni someternos. Es el equilibrio entre hablar con honestidad y hacerlo con cuidado.
Cuando aplicamos este tipo de comunicación con nuestros hijos, creamos un puente emocional sólido que les permite:
- Sentirse valorados y escuchados.
- Comprender sus emociones.
- Aprender a poner límites sanos.
- Confiar en sus figuras de autoridad sin miedo.
- Desarrollar habilidades sociales y afectivas saludables.
¿Cómo se diferencia de otros estilos de comunicación?
En la crianza, solemos movernos entre tres estilos:
- Estilo agresivo: el adulto impone, grita, humilla o amenaza. El niño obedece por miedo, pero se resiente, se desconecta o aprende a mentir.
- Estilo pasivo: el adulto cede, no pone límites claros o evita los conflictos. El niño se siente confundido, inseguro o desprotegido.
- Estilo asertivo: el adulto guía, corrige y expresa con firmeza, pero sin herir. El niño se siente seguro, respetado y aprende a comunicarse igual.
Ser asertivo no significa ser permisivo. Significa saber decir “no” con respeto, validar las emociones sin justificar los comportamientos negativos, y enseñar desde el ejemplo, no desde la amenaza.
¿Por qué es tan importante con nuestros hijos?
La forma en que nos comunicamos con nuestros hijos moldea su autoestima, su forma de ver el mundo y su capacidad de relacionarse con otros. Cada palabra, cada gesto, cada silencio, deja huella.
Un niño que crece con una comunicación agresiva puede sentirse insuficiente, ansioso o desconectado. Uno que crece con una comunicación pasiva puede convertirse en un adulto que no sabe poner límites o que busca complacer a todos por miedo a ser rechazado.
Pero un niño que crece en un entorno donde se le habla con respeto, donde se le escucha sin juicio y se le corrige con amor, será un adulto más equilibrado emocionalmente, más seguro de sí mismo y más empático con los demás.
¿Qué implica una comunicación asertiva con tus hijos?
- Escuchar activamente
No basta con oír. Escuchar activamente es prestar atención con todo el cuerpo: mirar a los ojos, dejar el celular a un lado, asentir, hacer preguntas que demuestren interés. - Validar sus emociones
No minimices lo que sienten. Frases como “entiendo que estés molesto”, “veo que eso te dolió” o “estás triste, y está bien sentirlo” enseñan que sentir no está mal. - Elegir bien el momento y el tono
El cómo decimos las cosas muchas veces pesa más que lo que decimos. La calma y el respeto son clave. - Expresar límites de manera clara
Frases con firmeza y empatía como: “Entiendo que quieras seguir jugando, pero ya es hora de dormir”. - Ser coherente entre lo que dices y haces
La coherencia emocional enseña más que cualquier palabra. Si pides respeto, debes practicarlo también.
Errores comunes que debilitan el vínculo
- Compararlos con otros (“Tu hermano sí que sabe portarse bien…”).
- Ridiculizarlos (“¿De verdad lloras por eso? Qué ridículo…”).
- Ignorarlos o invalidarlos (“No tengo tiempo para tus cosas ahora”).
- Usar el sarcasmo o la burla como forma de corrección.
Estas prácticas dañan la confianza, hieren su autoestima y generan una distancia emocional difícil de reparar.
Beneficios de una comunicación asertiva en el hogar
- Mejora la relación entre padres e hijos.
- Disminuye los conflictos y los gritos.
- Aumenta la confianza mutua.
- Fortalece la autoestima del niño.
- Fomenta la autonomía y la responsabilidad.
- Prepara a los hijos para resolver conflictos de manera pacífica.
¿Qué hacer si nunca aprendí a comunicarme así?
No es tu culpa si no te enseñaron. Muchos adultos crecieron en entornos donde la palabra era castigo, el silencio era control y el grito era autoridad. Pero lo hermoso de la crianza consciente es que siempre podemos reaprender.
Pedir disculpas, cambiar de tono, escuchar más… son actos de amor. Y si te cuesta, buscar ayuda profesional también lo es.
Criar con conciencia, respeto y amor
La comunicación asertiva no se trata de hablar bonito. Se trata de criar con conciencia, respeto y amor. No hay fórmula perfecta, pero sí hay una intención poderosa: criar hijos emocionalmente sanos, capaces de hablar de lo que sienten, poner límites sin herir y construir relaciones desde la confianza.
Como adultos, tenemos el poder (y la responsabilidad) de transformar el ambiente emocional de nuestros hogares. Y todo comienza con una conversación. Una conversación en la que los hijos no solo escuchen órdenes… sino también comprensión.
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