Andrew Bynum tenía todo para ser una leyenda de la NBA. Medía más de siete pies, fue el jugador más joven en debutar en la liga, y desde su llegada a Los Ángeles Lakers tuvo a Kareem Abdul-Jabbar como mentor personal. Pero nunca quiso realmente ser grande. Solo quiso ser millonario.
“Él no amaba el juego, lo que le gustaba era ganar millones de dólares cada año”, sentenció Abdul-Jabbar en declaraciones recientes, al explicar por qué Bynum nunca alcanzó su verdadero potencial.
Y es difícil contradecir al mítico centro de los Lakers si se observa la trayectoria de Bynum.
El talento que nunca se desarrolló
Bynum fue seleccionado por los Lakers en el draft de 2005, con apenas 17 años. Tenía planeado ir a la Universidad de Connecticut, pero prefirió saltarse la universidad y entrar directo al negocio. Los Lakers apostaron por él, y Abdul-Jabbar se convirtió en su tutor.
Durante años, Abdul-Jabbar lo guió en los fundamentos del juego interior: movimiento de pies, posicionamiento, defensa del poste bajo. Y los frutos llegaron a medias.
Bynum logró dos campeonatos de la NBA con los Lakers en 2009 y 2010 y tuvo una temporada estelar en 2012, cuando promedió 18.7 puntos y 11.8 rebotes por partido. Ese año fue al Juego de Estrellas y parecía que su carrera por fin despegaba.
Pero no.
El salario creció más que la pasión
Entre 2005 y 2014, Bynum acumuló más de 72 millones de dólares en salarios, según datos oficiales de la liga. Su pico salarial llegó en 2012-2013, cuando los Philadelphia 76ers le pagaron 16.8 millones de dólares… sin que jugara un solo partido debido a problemas de rodilla y falta de condición física.
De hecho, tras ser traspasado por los Lakers en un cambio que llevó a Dwight Howard a Los Ángeles, Bynum jamás volvió a ser relevante en la NBA. Pasó fugazmente por los Cleveland Cavaliers, los Indiana Pacers y se retiró a los 26 años.
Jugó apenas 418 partidos en ocho temporadas. Promedió 11.5 puntos y 7.7 rebotes. Números respetables, pero muy lejos de lo que se esperaba de un jugador que alguna vez fue considerado el pilar del futuro de los Lakers.
Un contrato millonario
“Hay una gran diferencia entre amar la vida de estrella de la NBA y amar el juego”, concluyó Abdul-Jabbar.
En el caso de Bynum, el dinero pesó más que el baloncesto. Su historia es la de un talento natural que prefirió los cheques a los retos, los millones a la disciplina, el estatus a la entrega.
Una historia de promesas incumplidas y cuentas bancarias llenas.