Periodistas de AFP cubren con dificultad la guerra en Gaza.

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Estos redactoresfotógrafos y videógrafos palestinos citan el hambre extrema, la falta de agua potable y la creciente fatiga física y mental, que en ocasiones les obligan a reducir su cobertura de la guerra, iniciada el 7 de octubre de 2023 tras el ataque del movimiento islamista Hamás contra Israel.

«No nos quedan fuerzas a causa del hambre«, asegura uno de ellos.

En junio, la ONU denunció lo que calificó como uso de la falta de alimentos con fines militares por parte de Israel, calificándolo de crimen de guerra, tras un creciente número de informes alarmantes de oenegés sobre la desnutrición en el territorio palestino.

Israel, que mantiene sitiada Gaza y deja entrar la ayuda a cuentagotas, acusa a Hamás de aprovecharse de la angustia de los civiles, en particular desviando la ayuda para venderla a precios elevados o disparando contra quienes esperan la ayuda.

Sin embargo, testigos y la Defensa Civil del territorio acusaron repetidamente a las fuerzas israelíes de disparar contra personas que esperan ayuda, y la ONU afirma que el ejército mató a más de 1.000 palestinos que intentaban conseguir alimentos desde finales de mayo.

Completamente abatido

Bashar Taleb, uno de los cuatro fotógrafos de AFP seleccionados este año para el premio Pulitzer, vive en las ruinas de su casa en Jabaliya al Nazla, en el norte de Gaza.

«Tuve que interrumpir varias veces mi trabajo para buscar comida para mi familia«, cuenta el periodista, de 35 años. «Por primera vez, me siento completamente abatido«.

Su compañero Omar al Qattaa, también fotógrafo de 35 años y también candidato al Pulitzer, dice estar agotado.

«Debo cargar con material pesado, caminar durante kilómetros. Ya no podemos llegar a los lugares sobre los cuales debemos informar, no nos quedan fuerzas a causa del hambre«, cuenta Al Qataa, que depende de analgésicos para aliviar su dolor de espalda, aunque señala que los medicamentos básicos ya no se encuentran en las farmacias.

Khadr al Zanoun, de 45 años y basado en ciudad de Gaza, afirma haber perdido 30 kg desde el comienzo de la guerra. El periodista menciona desmayos, «fatiga extrema» y dificultad para trabajar. «Mi familia también está al límite de sus fuerzas«.

El fotoperiodista Eyad Baba, de 47 años, desplazado desde el sur de Gaza a Deir el Balah -en el centro-, donde el ejército israelí lanzó esta semana una ofensiva terrestre, abandonó un campamento superpoblado e insalubre para alquilar un alojamiento a un precio desorbitado donde refugiar a su familia.

«No puedo aguantar más este hambre, está afectando a mis hijos«, confiesa.

El hambre impide pensar

«En nuestro trabajo nos enfrentamos a todas las formas posibles de muerte. El miedo y la sensación de muerte inminente nos acompañan a todas partes», añade.

Sin embargo, «el dolor del hambre es más fuerte que el miedo a los bombardeos«, explica Baba. «El hambre impide pensar«.

En Ciudad de Gaza, el director del hospital Al Shifa, Mohammed Abu Salmiya, advirtió el martes de los «alarmantes niveles de mortalidad» por la falta de alimentos, y afirmó que 21 niños murieron de hambre y malnutrición en tres días.

La periodista de AFP Ahlam Afana, de 30 años, subraya otra dificultad: una agotadora «crisis de efectivo«, ligada a las exorbitantes comisiones bancarias y a la inflación.

Sacar dinero en efectivo puede suponer una tasa de hasta el 45%, explica Khadr al Zanoun, mientras que el precio del combustible se dispara allí donde queda, lo que hace imposible viajar en auto.

«Los precios son desorbitados«, lamenta Ahlam Afana. «Un kilo de harina se vende a entre 100 y 150 séqueles israelíes (entre 25 y 38 dólares), que es más de lo que podemos permitirnos, incluso para comprar un solo kilo al día».

Prefiero la muerte a esta vida

Reporteros sin Fronteras (RSF) declaró el martes que más de 200 periodistas han muerto en Gaza desde el ataque del 7 de octubre de 2023.

El videógrafo Youssef Hassouna, de 47 años, afirma que la pérdida de sus compañeros, amigos y familiares le afectó «de todas las maneras posibles».

A pesar de un «profundo vacío interior«, sigue ejerciendo su profesión. «Cada imagen que capto puede ser el último rastro de una vida sepultada bajo los escombros«, explica.

Zuheir Abu Atileh, de 60 años y antiguo colaborador de la oficina de AFP en Gaza, comparte la experiencia de sus compañeros y califica la situación de «catastrófica«.

«Prefiero la muerte a esta vida«, asegura. «No nos quedan fuerzas, estamos agotados, nos derrumbamos. Ya basta».

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