El estado de salud del senador y aspirante presidencial colombiano Miguel Uribe, baleado en junio en Bogotá, se agravó desde el jueves tras sufrir una nueva hemorragia cerebral, según informó este sábado la clínica donde permanece internado.
De acuerdo con las declaraciones de la Fundación Santa Fe, Uribe requirió nuevos procedimientos neuroquirúrgicos que lograron estabilizarlo después de que presentara sangrado en el sistema nervioso central. “Se reitera la condición crítica y su pronóstico permanece de carácter reservado”, indicó la institución en un comunicado.
El legislador opositor, de 39 años, continúa en cuidados intensivos dos meses después del atentado ocurrido durante un acto político en un parque de la capital. En la actividad recibió dos disparos en la cabeza y uno en la pierna, y ha sido sometido a múltiples cirugías.
En las últimas horas, su tratamiento incluyó el reinicio del bloqueo neuromuscular y la sedación profunda. Se recuerda que recientemente sus familiares habían destacado una recuperación gradual, que le permitió iniciar una fase de neurorrehabilitación.
Investigaciones
Las autoridades han detenido a seis personas presuntamente vinculadas al ataque, entre ellas el autor material, un menor de 15 años, y Elder José Arteaga Hernández, señalado como responsable logístico. La investigación apunta a la disidencia de las extintas FARC, o Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, conocida como Segunda Marquetalia como posible autora intelectual.
El director de la Policía Nacional, Carlos Fernando Triana, afirmó que “muy seguramente la Segunda Marquetalia”, fundada por el exlíder guerrillero Iván Márquez, estaría detrás de la planeación. El gobierno del presidente Gustavo Petro inició en 2024 acercamientos de paz con ese grupo en Venezuela, actualmente suspendidos por falta de avances.
- Las autoridades sospechan que Márquez y su antiguo segundo al mando, identificado como Zarco Aldinever, han fallecido, aunque no existe confirmación oficial.
- El atentado contra Uribe, favorito de la derecha para las elecciones presidenciales de 2026, revive el recuerdo de la violencia política que marcó a Colombia en las décadas de 1980 y 1990.