La “pobre Azua” ¿quedó en el pasado?: ahora agroindustrial, agropecuaria y turística

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No se vayan a creer que vamos a vilipendiar a los consagrados hombres y mujeres, a los prístinos ciudadanos de la intrépida Azua de Compostela. La tradición como gente trabajadora que arropa a los azuanos es proverbial. Han sembrado fama “no solo de tirapiedras”, sino también como pueblo laborioso que afronta el día a día, y con dignidad, los esfuerzos para ganar el sustento de la familia.

Y si alguien lo duda, que indague y vea cómo muchos azuanos y azuanas batallan, se quiebran los espinazos trabajando duro en España, otros países europeos y en Estados Unidos. Todo esto con miras a obtener estipendios y enviar sus remesas para el sustento de sus familiares. Construir, a su vez, sus anheladas viviendas y pagar los estudios de sus descendientes para que tengan un mañana promisorio y puedan luego ser otros buenos migrantes.

Pero cuenta la historia que, durante los años de guerra, y a causa de una prolongada e impiadosa sequía que afectó a la región Sur en el siglo XIX, Azua fue afectada brutalmente por una hambruna que dio lugar a que se le colocara el mote de “la pobre Azua”.

Según datos recientes, Azua tiene una población estimada de 208,857 habitantes y una extensión de 2,531.77 km2., su capital es Azua de Compostela, “y consta de diez municipios: Azua, Las Charcas, Las Yayas de Viajama, Padre Las Casas, Peralta, Sabana Yegua, Pueblo Viejo, Tábara Arriba, Guayabal y Estebanía, además de varios distritos municipales. La provincia es conocida por su agricultura, destacando cultivos como tomate, banano, ají y cebolla”.

La época de la hambruna ocurrió ya hace muchos años, pero es algo que persiste y la gente no olvida. Los azuanos temen que a través del tiempo y con los cambios climáticos, estos hechos se repitan y regresen a sus predios aquellas hambres horripilantes.

Los anecdotarios de la época que se propalaron por todo el Sur recogen narrativas que señalan los estragos del estiaje, explican que estos fueron de tal intensidad y pertinacia que muchos azuanos empobrecieron y abandonaron sus tierras, trasladándose algunos a otras comunidades, en la profundidad de la región.

Los sembradíos de plátanos, guineos y otros víveres se secaron a la vista de todos por la fuerte inclemencia del sol. Los agricultores cultivaban batatas, yucas y otros tubérculos que se quedaban en la profundidad de los montículos, abatidos por la resequedad de las tierras agrietadas.

Los seres humanos palidecían, mientras los animales estaban enclenques, lánguidos y desnutridos. Los perros estaban tan flacos que, según se cuenta, recostaban sus endebles cuerpos a las paredes de las casas y de los árboles para emitir débiles ladridos.

“Aunque no se especifica el año exacto en que la sequía causó la hambruna en Azua, un reporte de 1847 describe cómo las hostilidades y la sequía devastaron la ganadería y causaron una escasez de alimentos en Baní y la región circundante”.

Aquellas grandes extensiones de terrenos de bosques secos, y las escasas parcelas o conucos de los campesinos, lucían degradados, deprimidos, improductivos:

-“Galindo adentro, Galindo afuera, mucho trabajo y poca comida…”, cantaban con voces lastimeras los menguados labriegos del poblado de Galindo.

La otra anécdota conmovedora que se propala sobre la hambruna azuana fue aquella que relata que una familia pobre que vivía al lado de un restaurante chino en el área urbana de Azua, esperaba que estos cocinaran para ellos entonces acompañar sus ríspidos plátanos, guineos o bataticas sancochadas, con el olor que emanaba del negocio de los ciudadanos asiáticos.

La población de Azua enfrentó otras sequías que inquietaron también en toda la región sur, como fueron las de 1997, 2015 y 2019, “las cuales han afectado la vida y la producción agrícola, aunque no necesariamente resultaron en una hambruna generalizada en la misma escala” de la ocurrida en los años de 1847, época en que, además, el valeroso pueblo azuano arrimó hombros por la independencia de la emergente República Dominicana que libraba entonces una tenaz lucha para librarse del yugo haitiano.

La historia de Azua no ha sido solo de premoniciones y desgracias, sino que también se registran tiempos y manifestaciones de pujanzas económicas y una suerte de futuro luminoso.

En Azua, además, siempre ha primado la hidalguía, la valentía y el amor a la patria, valores que se expresaron con la batalla del 19 de Marzo cuando decididos dominicanos imprimieron una derrota contundente a las numerosas tropas del Estado haitiano, el cual pese a la amarga experiencia que sufrieron, parece no aprender la lección que les dieron los dominicanos en la tierra de los azuanos.

Aportes azuanos

“La Batalla de Azua, o «Batalla del 19 de Marzo», fue la primera gran batalla en defensa de la independencia dominicana, librada el 19 de marzo de 1844 en Azua”, nos relatan hechos históricos. Establecen, asimismo, que: “El ejército dominicano, liderado por el general Pedro Santana (también Antonio Duvergé y Vicente Noble, entre otros), se enfrentó y derrotó a una numerosa fuerza haitiana, consolidando así el proceso de independencia del país”.

La derrota fue propinada al presidente haitiano Charles Herard Ainé y al general Souffront, pese a que el ejército dominicano estaba compuesto por “unos 2,000 a 2,500 soldados y el ejército haitiano de unos 10,000 hombres”. Se destaca igualmente que “la victoria en esta batalla demostró que el joven ejército dominicano podía luchar y vencer al ejército haitiano, lo que fue crucial para asegurar la soberanía de la República Dominicana”.

Tres años después de la feroz batalla con los haitianos, los territorios del Sur sufrieron una aguda sequía, siendo las zonas de Azua las que resultaron más afectadas. Aquel inesperado ataque orquestado por la naturaleza causó graves daños a la agricultura, agropecuaria y a la producción de otros alimentos, lo que dio paso a una insoportable hambruna.

Los impactos de otras sequías se repitieron nuevamente en los años 1997, 2015 y 2019, y según una crónica periodística que publicó el periódico El Caribe el 30 de abril de 2015: “Los ríos, canales de riego y pozos están secos debido a una sequía que se ha prolongado por más de un año”.

“En Villalpando, Azua, las personas hacen filas para abastecerse de agua, debido a la prolongada sequía que azota la región Sur”, reseñó. “La prolongada sequía que desde hace aproximadamente un año afecta a la región Sur está causando estragos en la producción agrícola y el suministro de agua potable, lo que tiene a los sureños al límite de la desesperación”, destacó el periódico.

La falta de agua impactó a “más de 16,000 parceleros y agricultores privados que cultivan alrededor de 700,000 tareas han perdido la mayor parte de sus siembras”. La sequía causó daños en todo el Sur, pero se sintió con mayor desgarro en Azua, donde afectó, entre otros cultivos, los plátanos, guineos, mangos y tomates destinados mayormente al consumo local y a la exportación a los mercados de Estados Unidos y otros países.

La suerte está echada

Ha sido a raíz de la construcción de los canales de riego en el valle de Azua que esta zona proyectó un nuevo umbral, un perfil de desarrollo aún no totalmente aprovechado, a un nivel tal que, si a estos sistemas de riego se les da su necesario mantenimiento, o si se construyen nuevos, esta parte del Sur estará exenta de potenciales hambrunas a causa de sequías como ha ocurrido en tiempos preteridos.

Informes al respecto, preparados por el Instituto de Recursos Hidráulicos (Indrhi), han establecido que en la demarcación territorial de Azua existen 34 sistemas que llevan agua a campos sembrados de rubros agrícolas, mientras sirven, a su vez, como base para el desarrollo pecuario.

Azua siempre ha sido -salvo excepciones en las épocas de los estiajes- un importante soporte de la producción agropecuaria en la región Sur. En una etapa, sus tierras, y muchas de las del Sur, produjeron guineos que eran exportados a mercados de Estados Unidos, desde su propio puerto.

Igualmente, terrenos donde antes se producía melones para exportación, ahora se desarrolla toda una pujante economía de tomate industrial que involucra un volumen de negocios que supera los 800 millones de pesos anuales.

“El actual desarrollo de Azua está impulsado principalmente por su potencial agropecuario, con énfasis en el tomate industrial y el banano orgánico, y su rol como nodo comercial y de servicios dentro de la economía dominicana”, según destaca el Fondo Especial para el Desarrollo Agropecuario (FEDA) que resalta, asimismo, “la presencia de cadenas empresariales que han fortalecido su economía, mientras su rica historia y cultura ofrecen potencial para el turismo”.

¿A dónde queremos llegar con todas estas peroratas sobre Azua? A que se visualice esta provincia de Azua en el marco de una transformación total.

¿Cómo hacerlo?

1)Que el actual o un próximo gobierno asuma a Azua para realizar un plan experimental de desarrollo, haciendo cuantiosas inversiones, propicie vía el Congreso de la República incentivos especiales para el desarrollo agroempresarial para producir bienes de exportación.

2)Incentivar políticas dirigidas a la creación de cooperativas de productores, la instalación de agroindustrias y mipymes destinadas a la transformación de la producción agrícola y de frutales para exportación y consumo local.

3)Convertir el muelle de Azua en un gran puerto de exportación e impulsar la transformación del casco urbano de Azua, incentivando a promotores inmobiliarios a invertir en la construcción de edificios de varios niveles.

4)Crear mediante políticas públicas una vigorosa clase media azuana que participe y asuma el liderazgo en este macro-plan; aprovechar las excelentes condiciones que tiene la provincia para desarrollar la industria turística y otorgar facilidades e incentivos a “azuanos de la diáspora” para que se motiven a invertir en su tierra natal.

Podrían surgir otras múltiples sugerencias que pueden ser debatidas por los propios azuanos y así contribuir al progreso de esta demarcación, porque el desarrollo no solo sería de Azua, sino también del Sur, y si crece el Sur avanza el país. Y es que así se sepultará de una vez y por siempre el viejo dicho: “La pobre Azua”.

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