A Brendalis Castillo Padilla, de apenas 24 años, la vida le fue arrebatada en plena calle, frente a la banca de lotería donde trabajaba.
Era la noche del viernes 7 de noviembre cuando su expareja, identificado como Geraldo, alias “Tite”, la interceptó y, sin mediar palabra, le propinó tres estocadas que resultaron mortales.
La joven fue trasladada de urgencia al hospital municipal de Imbert, pero falleció mientras los médicos intentaban salvarle la vida.
Su cuerpo no resistió las heridas, pero su nombre se suma a una lista que ya supera las 50 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que va del año 2025.
La asediaba
Brendalis y Geraldo habían terminado su relación recientemente, según versiones recogidas por las autoridades. Sin embargo, él no aceptaba la separación. La acosaba, la vigilaba, la asediaba.
Compartían dos hijos pequeños, ahora huérfanos de madre y marcados por una tragedia que pudo evitarse.
El crimen ocurrió en la comunidad Saballo, municipio de Imbert, provincia Puerto Plata. Tras cometer el hecho, el agresor huyó. La Policía Nacional ha iniciado su búsqueda con la promesa de llevarlo ante la justicia.
La muerte de Brendalis no es un caso aislado. Es un grito más en medio del silencio que rodea a muchas víctimas. Un recordatorio de que el feminicidio no es una estadística: es una herida abierta en cada comunidad, en cada familia, en cada niño que crece sin su madre.


