Durante meses ha sido apenas un punto extraño en las gráficas de los astrónomos. Un intruso. Un cuerpo celeste que no seguía las normas orbitales que imperan en nuestro sistema solar. Y, como ocurre con todo lo que desafía lo conocido, generó curiosidad, titulares exagerados y más de un rumor.
Pero ahora, por fin, podemos verlo. La NASA ha publicado las primeras imágenes claras y coordinadas del cometa 3I/ATLAS, un visitante interestelar que no pertenece a nuestro vecindario cósmico, aunque esté de paso por él.
Y no solo eso: la agencia espacial también ha publicado una web en la que se puede seguir el cometa 3I/ATLAS mientras recorre el sistema solar.
Un intruso en nuestro vecindario cósmico
La historia empieza el 1 de julio de 2025, cuando el sistema de observación ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System) detectó un objeto cuya órbita no tenía nada de corriente.
En lugar de describir la clásica elipse que dibujan los cometas nacidos en los confines del sistema solar, su trayectoria era hiperbólica, la firma inequívoca de algo que viene de fuera. Eso le valió el apellido ‘I’ (de interestelar), mientras que el número tres le viene porque es solo el tercer objeto de otro sistema estelar jamás observado atravesando el nuestro.
Desde el primer momento, el interés científico fue enorme. ¿De qué está hecho un cometa que se formó orbitando otra estrella? ¿Qué condiciones químicas dejó impresas en su superficie? ¿A qué velocidad viaja un cuerpo que, literalmente, cruza el vacío entre sistemas estelares?
La NASA empezó a movilizar recursos incluso antes de que el objeto se activara completamente con el calor del Sol. Y aquí entra una parte fascinante: por primera vez, la agencia espacial ha usado múltiples misiones repartidas por el sistema solar para observar un mismo cometa desde diferentes ángulos.
Una observación nunca vista: doce misiones mirando a la vez
Un total de doce instalaciones de la NASA han capturado y procesado imágenes del cometa desde su descubrimiento el 1 de julio y el resultado es un mosaico científico sin precedentes.
Desde Marte, por ejemplo, la sonda Mars Reconnaissance Orbiter (MRO) logró captar una imagen el 2 de octubre, cuando el cometa estaba a unos 30 millones de kilómetros de Marte. La misión MAVEN, también alrededor del planeta rojo, aportó datos en ultravioleta que ayudan a identificar los gases que emite. Y, entretanto, el rover Perseverance captó una tenue imagen desde la superficie marciana.
Desde el otro lado del Sol, las misiones SOHO (en la que participa también la Agencia Espacial Europea) y STEREO observaron en septiembre y octubre su paso cuando desde la Tierra resultaba prácticamente invisible. Y las imágenes de la misión PUNCH de la NASA, lanzada a principios de este año, han revelado la cola del cometa.
“A pesar de haber observado y descubierto miles de cometas con anterioridad, esta es la primera vez que las misiones de heliofísica de la NASA han observado deliberadamente un objeto originario de otro sistema solar”, explica la NASA.
Más lejos todavía, las naves Psyche y Lucy —ambas en trayectorias propias hacia otros destinos, pues se dirigen a estudiar diversos asteroides— lograron también fotografiarlo en septiembre desde una distancia de 53 millones de kilómetros y de 386 millones de kilómetros respectivamente.
Lo que hasta ahora era un punto en movimiento se ha convertido en un cuerpo reconocible: un cometa activo, con una coma bien definida y una cola que se expande conforme se acerca a nuestra estrella.
Qué dicen las imágenes y los datos oficiales
Basándose en observaciones del Telescopio Espacial Hubble de la NASA el 20 de agosto de 2025, los astrónomos estimaron que el diámetro del núcleo de 3I/ATLAS era de entre 440 metros y 5,6 kilómetros.
Cuando fue descubierto, 3I/ATLAS viajaba a unos 221.000 kilómetros por hora. Atraído por la gravedad de nuestra estrella, su velocidad aumentó a unos 246.000 kilómetros por hora en su punto más cercano al Sol, conocido como perihelio. “Cuando el cometa 3I/ATLAS abandone nuestro sistema solar, lo hará a la misma velocidad con la que llegó”, afirma la NASA.
La agencia espacial asegura también que “este cometa no representa ningún peligro para la Tierra”. Y también desestima teorías sobre extraterrestres: “Las características, el color, la velocidad y la dirección de 3I/ATLAS concuerdan con lo que se espera de un cometa”. “Tiene un núcleo helado y una coma, una brillante nube de gas y polvo que lo rodea y cuya emisión aumenta a medida que se acerca al Sol”, añade su informe oficial.
Es decir: ni es una nave alienígena, ni un objeto artificial, ni tiene ninguna probabilidad de impactar contra la Tierra.
En realidad, lo que lo convierte en un fenómeno tan atractivo no es el peligro, sino la oportunidad. Cada uno de estos visitantes trae consigo información de otro sistema estelar: hielo, polvo, moléculas que se formaron bajo una estrella que no es el Sol. Observar un cometa interestelar es, en cierto modo, estudiar una cápsula del tiempo enviada desde una región distinta de la galaxia.


