Lo bueno y lo malo del Samsung Galaxy S10+

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En los últimos días, el ‘fiasco’ del Samsung Galaxy Fold ha sido el protagonista absoluto de la actualidad de la firma. No es de extrañar: su pantalla flexible se llevó todas las miradas durante la presentación de los nuevos dispositivos de la coreana, incluso cuando su precio (cercano a los 2.000 euros) hacía sospechar que se quedaría en una muestra de por dónde irán los tiros en el futuro más que en el próximo éxito de ventas. De hecho, eclipsó al Galaxy S10: un terminal que sí está llamado a convertirse en una referencia en el sector y que hemos probado en su versión S10+

El nuevo tope de gama de Samsung integra todas las características que podemos exigirle a un gama alta y algunas prestaciones adicionales realmente interesantes; todo ello con sus luces y sus sombras.

El componente sobre el que gira todo es una pantalla de 6,4 pulgadas con tecnología Dynamic AMOLED: una evolución de los paneles Super AMOLED que añade compatibilidad con HDR10+ y, por lo tanto, consigue un mayor contraste y una mejor gestión de los colores. Gracias a ella (y a un conjunto de altavoces con sonido nítido), la reproducción multimedia es excelente, con colores intensos, negros profundos, blancos bien definidos…

Tiene, además, dos peculiaridades. La primera de ellas es que está perforada para integrar mejor las dos cámaras frontales y evitar la presencia del notch. En el aspecto anecdótico, esta característica permite emplear divertidos fondos de pantalla en los que, por ejemplo, este agujero se convierte en los ojos de Bender, el robot de Futurama.

El problema es que, aunque ayuda a rascar unos milímetros de pantalla, cuando aparece la barra de tareas esa ventaja se pierde, porque abarca desde el marco hasta la parte inferior de la isla con las cámaras. Y es algo significativo, ya que el interfaz no puede aprovechar alrededor de un centímetro de superficie.

La otra prestación que llama la atención es el lector de huellas, situado bajo la pantalla. Para reconocer a los usuarios emplea un sensor digital ultrasónico que lee los contornos tridimensionales de la huella y es capaz de reconocerte en milésimas de segundo, incluso con el terminal bloqueado. Eso, cuando funciona a la primera; hemos detectado que no siempre lo hace, aunque no todo es culpa del sensor: hay que acostumbrarse a apoyar el dedo sin pulsar.

No es el único sistema de identificación biométrica del que dispone el Galaxy S10+; también cuenta con un sistema de desbloqueo facial muy rápido: una vez configurado que la pantalla se encienda de forma automática al coger el terminal (es requisito indispensable que esté activa), es más veloz que emplear la huella. Sin embargo, no resulta tan seguro.

Fuente: elpais.com

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