Marihuana y salud, un matrimonio ineludible

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Las autoridades  de la República Dominicana parecen decididas a mantener  unas políticas sobre drogas basadas en estereotipos, discriminaciones y falsedades.  Se aferran a medidas  ultra represivas, sin importarle los daños y sufrimientos personales, familiares y sociales que esta perspectiva  están causando a nuestra sociedad. Recientemente el ministro de Salud Pública, Rafael Sánchez Cárdenas, declaró que “la despenalización del uso de la marihuana con fines medicinales no está dentro de las prioridades de esa cartera”. Esta postura de un médico,  que es además la máxima autoridad de salud dominicana,  es desconcertante. Obviamente el señor ministro no actúa desde una perspectiva de derecho y penosamente, tampoco desde una perspectiva de  salud, como recomiendan hoy los expertos de todo el mundo. De hecho es un mandato de las convenciones sobre drogas, de las que somos signatarios.

Estas declaraciones del ministro  Sánchez Cárdenas, fueron en  respuesta a los planteamientos de dos  eminentes hombres de ciencias dominicanos, los también médicos  José Joaquín Puello Herrera  y Ernesto Díaz  Álvarez. El Dr. Puello Herrera ha planteado “una cumbre científica” para debatir el uso de medicamentos en base a la marihuana. El  Dr. Díaz Álvarez, quien ha realizado investigaciones al respecto, ha planteado que “la aplicación de la marihuana con fines terapéuticos está evidenciada en una amplia lista de enfermedades”. A ellos se ha sumado el eminente Dr. Carlos de los Ángeles, que plantea,  aludiendo a las respuestas acientíficas de las autoridades,  que “los debates científicos no se obstaculizan, se promueven”.

Aunque los estudios son limitados, justamente por las absurdas prohibiciones,  el uso de Cannabis medicinal ha demostrado eficacia en numerosas enfermedades, tales como: Mal de Parkinson, Artritis, Asma, Cáncer, Dolor crónico, Colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, Epilepsia, Glaucoma, Esclerosis múltiple, Alzheimer, Sida/VIH, entre otras.

La posición del  ministro de salud dominicano plantea la  paradoja siguiente: a la máxima autoridad de salud no le interesa que la ciencia le ofrezca nuevas opciones para la mejoría de la salud y/ o calidad de vida de las personas que sufren estas enfermedades. Y todo porque prima el miedo y un afán represivo que no toma en cuenta la salud y derechos fundamentales de las personas.

Desde Casa Abierta, hemos planteado y lo seguiremos haciendo, que nuestras autoridades actúan de espalda a la realidad y las evidencias científicas, cuando mantienen prohibiciones a estos medicamentos. Estos  deben estar en el renglón de sustancias controladas, pero jamás prohibidas. Pero también es necesario reconocer los consumos (problemáticos y no), como parte de la dinámica social. No es posible avanzar en políticas públicas eficaces  sobre drogas, si las personas  son tratadas como delincuentes, solo por el hecho de consumir una sustancia.

Ya en los Estados Unidos, los paladines y artífices   de las  prohibiciones, se han empezado a liberar de estos tabúes.  En numerosos Estados han aprobado medicamentos en base a la marihuana. Lo mismo está ocurriendo en Europa. Medicamentos con base en Marihuana se utilizan en México, Uruguay, Chile,  Canadá, Brasil, Reino Unido, Portugal, Croacia, Jamaica, Puerto Rico, Colombia, entre otros.  Desde Uruguay y Colombia se anuncia la exportación de cannabis para fines medicinales, sumándose a Holanda, Israel, Canadá, Australia.  Son sociedades en las que sus líderes  promueven  acceso seguro e informado al uso médico y científico del cannabis y sus derivados. Son las nuevas realidades del mundo. Y son frente a esas realidades a las que nuestros dirigentes actúan  de espalda.

Sobran las evidencias para plantear que el uso medicinal de la marihuana es un matrimonio ineludible con las políticas de salud. Sin embargo, las autoridades dominicanas mantienen unas políticas de drogas y salud ancladas en el pasado, negándose incluso a debatir el tema. Las personas usuarias de marihuana deben dar un paso al frente. Los padres y madres de familias con parientes que necesitan estos medicamentos, también deben reclamar. Les sugerimos formar asociaciones para defender sus derechos  y derribar estigmas y miedos, como ya existen en numerosos países del mundo. Si nos necesitan, aquí estamos para apoyarles.

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