Esa apuesta es arriesgada y el Presidente podría sufrir otra derrota política: Los factores de la actual coyuntura no conducen a que un proyecto así tenga éxito
Desde que el presidente Danilo Medina anunció que no se presentaría a la reelección para las elecciones del 2020 y su referencia a que es necesaria “sangre nueva” en el próximo proceso comicial, se ha iniciado una carrera de posicionamiento de varios dirigentes de su entorno en busca de recibir la “bendición” del presidente de la República para competir contra Leonel Fernández en las primarias del seis de octubre.
En el nuevo escenario político lo primero que quedó en evidencia es que para retener la Presidencia de la República el danilismo no tenía un plan definido (o su único plan era la repostulación) pues su equipo se concentró todo el tiempo en promover la reforma a la Constitución. A pesar de que siete dirigentes seguidores del mandatario presentaron sus precandidaturas, todos con más de un año corriendo, hasta ahora no han logrado posicionarse en el electorado probablemente por la indefinición de la posible reelección de Medina.
Hace una semana que el tema fue despejado luego del discurso del presidente Medina el pasado lunes y a 70 días de las primarias, todavía el danilismo no ha identificado el posible “delfín”. Según han explicado, en un mes harán encuestas para escoger el que logre mejor posicionamiento. Para esta semana se espera que Gonzalo Castillo se sume a la precandidatura que hasta ahora han oficializado Francisco Domínguez Brito, Carlos Amarante Baret, Reinaldo Pared Pérez, Temístocles Montás, Radhamés Segura, Andrés Navarro y Maritza Hernández.
¿Le conviene al presidente Medina asumir directamente un candidato para que compita contra Leonel Fernández? Un análisis de la coyuntura política del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y del país advierten más factores de riesgo que de éxito para ese propósito. En caso de que el gobernante tome ese camino se arriesga a recibir otra derrota política de Fernández en las primarias y eso lo coloca en situación de desventaja a la hora de los acuerdos internos para la recomposición del poder a partir de las elecciones del 2020.