Muebles para niños con conciencia social

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Todo comenzó en un aula de la Universidad Nove de Julho de São Paulo: a la arquitecta Denise Xavier se le ocurrió una fuente inesperada para diseñar mobiliario. Decidió tomar la historia de la arquitectura, las reseñas de trabajos de artistas de su natal Brasil y la literatura infantil como fuente de inspiración para crear muebles para niños de escasos recursos. Con ese plan, esperaba despertar la consciencia de sus estudiantes de Arquitectura Moderna, orientándolos hacia el valor del compromiso y de responsabilidad social con su entorno. “Algo que comenzó como una simple experiencia de ideas y materiales tuvo la necesidad de salir a la vida real”, explicó Xavier. “El objetivo del alumno se basó en pensar en esas actitudes y reacciones que pudiesen tener los niños al entrar en contacto con el objeto”.

Entonces el reto de cada estudiante radicó en la idea de crear mobiliarios infantiles que no fueran tan predictivos en su uso, sino que le permitieran al usuario explorar múltiples formas de utilidad del objeto. Para eso debieron crear modelos de un solo material: tableros de fibropanel de densidad media (MDF) ensamblados con un sistema de acoplamiento sin el uso de clavos o demás elementos de fijación. Estas condiciones desafiaron el razonamiento, la estética racionalista y la economía de recursos.

Han transcurrido más de 18 años desde que esta iniciativa se llevó a cabo por primera vez, y hoy sigue formando parte de la metodología de trabajo de esta docente. Junto a más de 3,600 estudiantes, Xavier ha desarrollado unos 640 prototipos de mobiliario infantil, una actividad que ha beneficiado a más de nueve mil niños en 64 guarderías ubicadas en las zonas más desasistidas de Brasil.

Más allá de las cifras que ha alcanzado este proyecto, Xavier ve que esta experiencia académica ha logrado desarrollar una actitud responsable en sus estudiantes: ha despertado la conciencia social, la ampliación de su visión del mundo y el descubrimiento de la importancia del otro.

Es impresionante: un proyecto socioeducativo desarrollado incluso con recursos limitados –pero con mucha disposición y voluntad social– no solo ha dibujado miles de sonrisas en estos niños y niñas, sino que también ha despertado la conciencia social de todo un colectivo que ha puesto sus dones y talentos a favor de la construcción de una mejor sociedad. Siendo nuestras realidades tan similares, este modelo educativo podría replicarse en las aulas de nuestro país. Esto nos permitiría no solo seguir formando a los profesionales del mañana con habilidades técnicas en el diseño, sino también formar seres humanos integrales multiplicadores de la felicidad en cualquier espacio que se encuentren.

Contenido original de Design Week RD.

Crédito de imágenes: Denise Xavier

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