¡Y a las 9 la vencida! “Hoy soy maestra bilingüe en el Bronx”

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Nació en Salcedo, República Dominicana, pueblo que hoy honra con el orgullo de escribir su historia con la pluma del éxito. Se llama Fiordaliza Leonor Colón, una dominicana que triunfa en Estados Unidos. Múltiples han sido las batallas que ha librado para lograr ser hoy maestra en un centro educativo del Bronx. Es terapista del habla con maestría en educación especial, y una especialidad en educación bilingüe.

Para llegar a este nivel, ha tenido que “guayar la yuca”. Solo recordar la experiencia que hay detrás de lo logrado, la hace confesar que aun llora cuando piensa en el antes y el después. Ella admite que no es fácil posicionarse en un país que, aunque con muchas oportunidades, tiene grandes retos y desafíos. 

“Para lograr ser hoy una maestra bilingüe en un centro del Bronx, tuve que tirar muchas páginas para la izquierda, pasar noches sin dormir, sufrir angustia, impotencia y todo lo que en buen dominicano se llama: pasar trabajo. Hubo un examen que tuve que tomarlo nueve veces, a las nueve fue la vencida. Otro lo cogí siete veces hasta que lo logré. No desmayé nunca”. En esta ocasión se siente orgullosa por ser consistente y no avergonzarse de sus debilidades.

En muchas ocasiones se vio sin trabajo y, aunque entiende que no se debe creer en imágenes, se fue al santuario de la Virgen de la Piedra, ubicado en el Bronx. “Allí oré, le pedí que intercediera por mí, que me ayudara a conseguir un empleo, que despejara el camino para yo poder seguir. Le pedía a Dios su clemencia, y así fue cómo las oraciones y mi entrega me ayudaron a mantenerme de pie”. Es una mujer de fe y esta cita lo deja claro. 

Ruegos escuchados

Trabajó en muchos lugares. “Mi primer empleo fue en una tienda de ropa. No fue fácil porque no sabía nada de inglés. El gerente, un judío llamado Slomo, se encariñó conmigo desde el primer día. De vendedora, pasé a encargada del Departamento de Ropa Interior, después me pasaron al Departamento de Zapatos hasta que terminé siendo su asistente”. El éxito comenzó a coquetearle y es entonces cuando piensa en estudiar inglés. 

Más tarde, ya con un hijo, se ve obligada a dejar el trabajo porque le queda muy retirado de la casa. Empieza a laborar en una farmacia, en el área de Servicio al Cliente y poco tiempo después, decide irse a una ferretería que era de un primo suyo, y quien necesitaba una persona de confianza para manejar la caja. “Allí aprendí de plomería, hacer copias de llaves, a mezclar pintura y a reconocer los nombres en inglés de muchos de los materiales usados aquí para la construcción”. Nada la detuvo. Su visión de progresar era clara e iba hacia ese objetivo. 

Nunca perdió el deseo de superación. Me inscribí en la universidad, en una clase intensiva de inglés. Este programa se llama CLIP, en Hostos Community Collegue.   “Cuando tomé el examen de admisión, mi grado fue el más alto del programa porque siempre me gustó el idioma inglés. Para completar este tuve que tomar tres semestres intensivos, prácticamente en el mismo curso. En este tiempo había dejado de trabajar en la ferretería y trabajaba en el negocio familiar con mi esposo. En el año 2005 me salió la residencia, y en 2006 me entero de que mi marido me estaba engañando. Este fue un duro golpe, porque vine aquí para hacer una familia con él. Nos divorciamos y seguí sin detenerme”. 

Fue el dos de enero del año 1996 que Fiordaliza se fue a Estados Unidos para poder continuar una relación con su novio, y acompañar a uno de sus hermanos en Estados Unidos. Antes de eso, tuvo que vencer obstáculos que hoy ni ella cree que ha podido superar. “La capacitación fue mi refugio, seguí formándome, hasta que logré mi licenciatura en terapia del habla. Mi inglés no era muy bueno y, a veces los profesores me devolvían los trabajos dos y tres veces, pero nada me detuvo, la terminé y seguí con una maestría en educación especial, con una especialidad en educación bilingüe, que es de lo que hoy vivo, y con lo que ayudo a niñas y niños hispanos”.

Ahogó sus penas en la capacitación

Entre las tantas cosas que ha pasado Fiordaliza Leonor Colón, protagonista de esta historia, confirma que el haber sido engañada por su esposo, ha sido lo más doloroso. “Aunque me quería morir, escogí la mejor parte: prepararme. Como me gusta estudiar hice todo lo que ya les conté, y continué hasta lograr poner en práctica lo aprendido”. Con todo y lo que pasó se gradué con honores, con índice de 3.8, de 4.0. 

Hoy día, con su maestría en educación especial y una especialidad bilingüe, lleva siete años ejerciendo como maestra a ‘full’ capacidad, y representando muy bien a su amada República Dominicana. A los niños hispanos también los ayuda a hacer la transición del idioma español al inglés. Ahora mismo acaba de concluir unos estudios que consisten en treinta créditos de capacitación en su área. “No digo que estudiar es fácil y tampoco el trabajo que llevo, porque requiere constantes estudios y por eso me mantengo actualizándome en lo que me desempeño. Es hermoso cuando yo puedo ayudar a niños de habla hispana a adaptarse a una nueva cultura y a aprender un nuevo idioma”. Lo dice con conocimiento de causa por lo que pasó con el idioma cuando llegó a esa urbe. 

Esta mujer que es un ejemplo de superación, es madre orgullosa de Justin R. Almánzar, quien tiene 22 años. Ha sido él la ficha clave para ella batallar en un país que no era el suyo y en el que duró varios años ilegal. Claro, entró con visa, y aquí cuenta cómo la obtuvo.  

“Bueno, mi meta nunca fue vivir en Estados Unidos, pero tras encontrarme con mi novio de infancia, yo trabajando en la Capital dominicana, en una pizzería, él me cuenta que vive aquí. Después de varios meses hablando con él decidí que, si quería llevar la relación, tenía que hacer las gestiones de una visa de turista por mi propia cuenta. Preparé mis papeles, la carta de trabajo de Pizza Hut, que al ser una empresa americana podía valerme. Tomé los pasaportes de mi madre y mis hermanos una cuenta bancaria con 50,000 pesos que había ahorrado”. Al dar estos detalles, no niega la melancolía que siente. 

Se fue al consulado 

Prosigue con la cita. “Cuando llegué al consulado a la entrevista, sabiamente saqué los pasaportes y todos los papeles que llevaba. El cónsul mira la carta de trabajo, mira los pasaportes y me dice en su español: ‘¿qué son esos pasaportes?’. Yo contesto: de mi madre y mis hermanos. Él continua: ‘¿ellos tienen visa?’. Le digo que sí, y me los pidió. Luego me devuelve los tres pasaportes y me dice, ‘venga la próxima semana a recoger su pasaporte’. Yo estaba normal, no me dio ni frío ni calor. Nunca pensé llegar aquí y tampoco visualicé una vida en este país. La semana siguiente recogí el pasaporte con diez años y yo con apenas 21 de edad”. Cuenta esta parte y le atribuye a su hermano Julio Garibaldi Rodríguez. 

Al llegar allí se reencontró con su novio, se casaron, y el resto ustedes ya lo saben, es quien le ha hecho pasar por su prueba más dolorosa, pero es también quien con su engaño la ha impulsado a capacitarse y tener hoy un puesto importante en el sistema educativo de Estados Unidos.  

Su historia antes de irse 

La hija de Estefanía Colón y Ramiro Ynoa, y hermana de Julio y Solange Rodríguez estaba negada a estudiar en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). El horario nocturno no le convenía por lo lejos que estaba su casa de la universidad. Vivía con su abuela porque su familia residía en Salcedo, y además ellos tenía visa porque su padrastro Julio Rodríguez se la había sacado, como también intentó hacerlo con ella, pero no se pudo. Todos los obstáculos le dijeron: “no estudies”. Ahí decide dedicarse a trabajar, es cuando al entrar a la pizzería se encuentra con el exnovio que más tarde la motivó a irse. 

Trabajo ha pasado de sobra, pero ello no ha sido suficiente como para hacerla detenerse en su afán de vencer. “El cielo es límite, como dicen por ahí, y quiero que todas las dominicanas lo entiendan así, no hay meta que no podamos alcanzar”. De esta forma concluye Fiordalida, orgullosa de no temer a malos tiempos y de capacitarse y triunfar. 

 

 

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