El río Jaya, asediado y golpeado, ante indiferencia de autoridades

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Por Eloy Alberto Tejera
Especial para El Nacional

Como un boxeador experimentado, que está contra las cuerdas, el río Jaya está recibiendo golpes por todos los costados. Quienes observan, desde la orilla o las gradas, con preocupación se preguntan hasta cuándo podrá aguantar este río, que formó parte de la infancia de muchos, seguir recibiendo andanadas antes que, como un gladiador digno, caer derrotado sobre la lona.

Las asechanzas se producen con cierta consistencia. Están los lavadores de carros que utilizan, dentro del propio río, sus aguas para quitar la mugre y la grasa a los vehículos. Alrededor de 30 a 40 vehículos en un fin de semana rutinario pasan por este “lavadero improvisado”, donde mientras los neumáticos descansan en el agua, las alfombras pueden observarse encima de la vegetación circundante.

Por otro lado, ciudadanos, situados a la ribera, lanzan todo tipo de desperdicios a sus aguas que cada vez se tornan más turbias. Hay restos visibles que dañan el agua, que incluyen neumáticos viejos, botellas y bolsas plásticas, pedazos de ropas viejas, contribuyen a que ese río antes cristalino y a que a ciertas profundidades podían accederse desde el más incauto ojo, hoy resulte un espectáculo nada agradable.

A los daños y abusos al Jaya se suman con fuerza y determinación las empresas constructoras que se dedican a levantar “malls” y urbanizaciones sin ton ni son, irrespetando los límites y el espacio para que el río respire, se mantenga vivo con sus naturales correntías y cristalinidad. Es el daño mayor, apuntan activistas.

Testigo de primera mano del drama que padece el río Haya es Rafael Junior Castro, quien vive a la ribera del río junto a su esposa y dos hijos: uno de cinco años y otro de seis meses.

“Yo no tiro basura. Pero la que se acumula la gente la tira sin conciencia. Por eso se va acumulando, y peor de todo es que cuando ya creen que es mucha la basura, la gente la quema y eso contribuye más a la contaminación”, dice.

Castro, abraza a su niño de cinco años y menciona, que, pese a que han venido brigadas a limpiar el río, el cúmulo de basura se hace más grande, y que es frecuente observar como los ratones deambulan de un lugar a otro.

Recuerda que cuando llueve mucho sufren inundaciones que provocan que el agua llegue hasta a mitad de las casas y que el enjambre de mosquitos se multiplique. Pero lo que más le duele, es que “ese río era cristalino y del que se podía beber de esa agua”.

Salvar el río a toda costa

Félix García, escritor, activista cultural y comunitario conoce la realidad antes mencionada. Está como el río en su época buena: desplazándose de arriba para abajo y dando explicaciones sobre las causas y las consecuencias que tiene dañar el río Jaya. Alza el dedo para señalar daños, para hablar de culpables y externar sus preocupaciones.

Al río Jaya, considerado patrimonio cultural de San Francisco de Macorís hay muchas cosas que le están haciendo daño. Pero, a juicio de García, la principal es la indiferencia con que las autoridades y los ciudadanos asumen los problemas que lo abaten.
Para García, este pulmón que es el río Jaya está en peligro. Y no tiene empachos en apuntar directamente hacia quienes son los culpables: empresas y urbanizaciones alrededor del Jaya. Lo fáctico: echan basura, desechos, las constructoras violan la disposición que manda 30 metros al río para que respire y siga creciendo.

“No les ha importado. Hay un “Mall” ​que ha ocupado o robado parte de los terrenos del rio para ampliar sus construcciones y las autoridades han sido indiferentes”, asegura.

Su lucha para salvar el río ha sido multifacética. Ha llegado hasta utilizar el arte. En un recién festival artístico celebrado en San Francisco de Macorís, adolescentes y jóvenes de distintos centros y escuelas, utilizaron la poesía, el cuento, la pintura y el “comic book” para expresar su defensa por el río Jaya y la necesidad de que se concientice para poder salvarlo.

“Se ha estado “talleriando” hasta en los niños para que estos contribuyan a crearles conciencia a los padres. Pero a final de cuenta prima la indiferencia de las autoridades ante la realidad y los estudios ambientales realizadas por respetables instituciones que apuntan hacia el daño irreparable que se le está haciendo al río, afirma García.

La indiferencia es la norma

Otro preocupado por el destino y el presente del Jaya, y de la misma estirpe de García, es el escritor, poeta y también activista cultural, Noe zayas.

Dice Zayas que quienes toman decisiones, entre ellos, el Indrhi, el ayuntamiento, las constructoras, quienes realizan proyectos habitaciones, han sido negligentes en la toma de decisiones y en la defensa del Jaya.

Para Noé lo que más impactan y provocan daños al río, son las compañías constructoras, y la negligencia de las autoridades en tomar decisiones medioambientales.

“Los ayuntamientos son permisibles, que son los que generar permisos sabiendo que están violando la ley, que constructoras construyan alrededor del río”, dice.

No tiene dudas el escritor de que quienes más daño hacen al rio son desde las urbanizaciones, cuyos residentes agreden las orillas, metiendo las cloacas en las aguas, y sin construir plantas de tratamientos. “Los proyectos habitaciones dañan, pero no crean soluciones”, dice.

Se debiera intervenir de inmediato, dice Noé, quien asegura que actualmente se está construyendo encima del río y que los bosques que quedan están siendo invadidos, sin respetar los márgenes del río.

Impacto en la población

Tanto García como Zayas, aseguran que el impacto ambiental es fuerte, devastador, tanto en el medio ambiente como en la salud de la gente

“Que se esté depositando las heces fecales en el río eso afecta las producciones de alimentos, pues esas aguas son utilizadas para producir vegetales…y esos productos están contaminados, afectan la salud, la producción de arroz, y también las hortalizas”, afirmó un preocupado Zayas.

Pero al parecer, esta situación de gravedad importa a pocos, y es cuando Zayas revela que muchos políticos y autoridades encargados de defender el río y el medio ambiente, tienen proyectos habitacionales alrededor del rio. Va más lejos y asegura que gente que fue designada por el presidente para proteger el río, se muestra indiferente, cuando no siendo cómplice de los daños y agresiones al río.

Ante este panorama un pesimista Zayas afirma que no hay movimiento en Macorís que pueda detener esto, por lo que el viejo “boxeador que es el río Jaya, de seguir recibiendo golpes bajos de urbanizadores ante la dejadez de políticos y autoridades, caer en la lona para no levantarse más. (El Nacional)

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