“Está muy arraigado en la cultura mexicana el maíz en todas sus versiones”. Desde uno de los dos pequeños autobuses que conduce a un grupo de comunicadores hispanoamericanos por las calles de Ciudad de México, Daniel Blanco, del equipo de comunicación de DiDi Food, intenta resumir algunas características destacadas de la gastronomía de su país.
Sin embargo, cuando se trata de comida, las palabras se quedan cortas. Como rezaba el eslogan de una popular franquicia de comida rápida, probando es que se sabe. Por eso, comunicadores y creadores de contenido de República Dominicana, Costa Rica y Colombia se embarcaron este día de mediados de agosto en el Tour del Antojo, un recorrido de aproximadamente diez horas y cinco paradas para probar una pizca de las tradiciones culinarias de la capital azteca.
Con visitas a pequeños negocios locales, el tour se realizó a principios de año para la presentación de la Guía del Antojo, una lista de restaurantes publicada por la firma de capital chino y la revista Dónde Ir con el objetivo de descubrir las “joyas ocultas” de la ciudad en la que conviven 22 millones de almas.
Primera parada: Cazuelas Nana Pancha
En esta fonda tradicional de la colonia Doctores, que recibe un promedio de 500 pedidos mensuales a través de la aplicación, nos reciben con un café de olla. De gusto suave, esta infusión aromatizada con especias adopta su nombre porque suele prepararse en ollas de barro.
La especialidad de la casa, han dicho de camino los anfitriones del tour, son los hot cakes, pero ¿cómo viajar de Santo Domingo a Ciudad de México para desayunar hot cakes?
La ocasión merece un desayuno auténticamente mexicano. Los guías sugieren chilaquiles; el mesero y los carteles en las paredes del pequeño local, chile en nogada, plato emblema de las fiestas patrias que se aproximan (México celebra su Grito de Independencia en septiembre).
Los chilaquiles con pollo suenan bien. En Cazuelas Nana Pancha los sirven también solos o acompañados con huevo, bistec, costilla, cecina o arrachera (un corte de carne de vaca).
No pican, asegura el mesero. Por su ubicación a una esquina del Hospital General de México, explica, se cuidan de no añadir mucho picante a sus platos. Más abundantes y apetitosos de lo esperado, los chilaquiles con pollo (tortillas de maíz fritas y cocidas en salsa de chile verde, servidas con pollo en tiras y frijoles refritos) sí tienen un leve dejo picante.
En la misma mesa, alguien prueba el chile en nogada (chile verde relleno de res molida, servido sobre una cama de lechuga, bañado en una salsa blanca y con un tope de granada y nueces). El atractivo del plato, que reproduce los colores de la bandera mexicana, seduce al resto. El platillo pasa de una mano a otra y su sabor, ligeramente dulzón, sorprende gratamente a quienes lo prueban por primera vez.
Segunda parada: Mercado Roma
Luego del desayuno, llega el momento de probar un snack. El lugar escogido es el Mercado Roma. Ubicado en la colonia Roma Norte (colindante con el barrio Roma Sur, que inspiró la oscarizada película Roma, del cineasta Alfonso Cuarón), se trata del primer mercado de comida gurmé de la ciudad.
Repartidores de la aplicación para ordenar comida a domicilio vienen cada día a recoger pedidos en los locales que conforman el mercado abierto en 2014.
El reloj no marca aún las 12:00 del mediodía y muchos negocios (de comida, bebida, dulces y artesanías) se encuentran todavía cerrados o en proceso de abrir. A curiosear por los pasillos. El plan original de ordenar para todos sushi da paso a la idea de pedir barbacoa de borrego en el local Don Chano, cuyo eslogan promete una “auténtica barbacoa de cordero”.
Tras unos minutos de espera llega el pedido y los visitantes se arremolinan para captar la mejor imagen o video de la mesa donde sirven tortillas suaves de maíz, carne de cordero, cilantro, cebolla blanca picada, limón y tres salsas para elegir: picante, verde tradicional y borracha (esta última suele prepararse con cerveza o mezcal).
El éxito no se hace esperar.
“Son los mejores tacos que me he comido en mi vida”, dice uno de los comensales.
En la barbacoa artesanal de borrego, o cordero, la carne se asa en hoyo, es decir, bajo tierra, envuelta en pencas de maguey durante al menos 12 horas.
Más de uno se anota para la segunda vuelta.
Tercera parada: Tetela
No solo de tacos y chiles viven los chilangos. Cuatro bares de la capital azteca entraron en la lista The World’s 50 Best Bars 2021, que publica desde 2009 la firma William Reed Business Media. De ellos, Licorería Limantour, que figura en el sexto puesto, ocupa la posición más alta. En América Latina, solo lo supera Florería Atlántico, de Buenos Aires, que aparece en quinto lugar.
Aunque no se encontraba en el programa original, la tercera parada del día conduce al establecimiento de la colonia Roma Norte… o, mejor dicho, a su local hermano: Tetela, que ocupa el espacio contiguo y fue inaugurado en febrero pasado (la tarde apenas comienza y el bar no ha abierto al público).
En la puerta recibe al grupo uno de los artífices del éxito del bar, Alberto González, un mexicano que residió en República Dominicana a finales de los 80 y principios de los 90 y que todavía mantiene lazos con el país caribeño.
Ya en el interior del restaurante, en la cocina abierta, el personal prepara para los visitantes algunas picaderas y su versión del popular coctel paloma, que combina tequila, jugo de pomelo (toronja) y cordial de sandía, y que sirven en vasos rocas decorados con media rodaja de toronja y borde de pimienta y sal rosada.
Un coctel paloma sin alcohol —una cortesía de la casa para una periodista abstemia— resulta igualmente vistoso por su color rosa, además de muy refrescante.
Cuarta parada: Paparruls
Los sabores mexicanos ceden el paso a la comida rápida. Existen razones de peso para ello. Paparruls, restaurante familiar ubicado en una esquina de la colonia Portales y especializado en hamburguesas, no tiene críticas negativas en la aplicación de comida a domicilio y su porcentaje de cancelación de órdenes es mínimo.
Pronto quedaría evidenciado el porqué.
Aunque el apetito parece no dar para más —y aún falta una última parada—, caería en la categoría de sacrilegio para un amante de las hamburguesas el hecho de visitar el lugar y no probar el menú.
Con la esperanza de que alcance el tiempo para conocer el Castillo de Chapultepec, imponente edificación colonial en la cima de un cerro en el bosque de Chapultepec, los anfitriones ordenan lo mismo para todo el grupo: hamburguesa Patasrull. El bocadillo contiene carne de res, champiñones y queso Oaxaca (originario del estado del mismo nombre, se trata de un tipo de queso blanco).
Lechuga, tomate, kétchup y salsa de queso las sirven aparte para agregar al gusto. Pero, incluso sin estos ingredientes, la combinación de pan suave y fresco, carne tierna y jugosa, queso blanco Oaxaca y hongos recibe el visto bueno de los presentes.
Entre comida, charla, fotos y videos, el tiempo vuela. La visita al Castillo de Chapultepec queda pendiente.
Quinta parada: La Casa de Toño
Con las tímidas gotas de lluvia sobreviene el temor de que se agüe la fiesta (en Ciudad de México las temperaturas oscilan entre 24 y 13 grados y, según el pronóstico del tiempo, hay altas probabilidades de precipitaciones). Afortunadamente, las sospechas no se materializan.
Tras un descanso de media hora en Plaza Reforma 222, frente al emblemático y acogedor Paseo de la Reforma, el recorrido debe continuar. Ahora toca el turno de la quinta y última parada: La Casa de Toño, en la colonia Cuauhtémoc.
Con el fresco atardecer y después de una jornada de gula, va siendo hora de consentir el estómago —y, ¿por qué no? prevenir la venganza de Moctezuma— con un caldo.
Dicen que en esta cadena de restaurantes (posee más de 50 sucursales) los mayores lauros se los lleva el pozole, sopa a base de carne de cerdo y una variedad especial de maíz.
Según la Guía del Antojo, el pozole es el platillo que más piden los usuarios de Didi Food en Ciudad de México, por encima de tacos de pastor, hamburguesas, pizza y boneless/alitas de pollo.
Para elegir, el restaurante ofrece pozole con maciza (cerdo), con cabeza de cerdo, surtido (con maciza y cabeza) y de vegetales (con flor de calabaza y hongos).
Aparte, si así lo prefieres, sirven la lechuga, la cebolla blanca picada y las rodajas de rábano. Para condimentar, cuentan con variedad de salsas picantes (roja, tabasco, habanera, verde y guacamole) y polvo de chile.
El pozole de vegetales, picante al paladar, queda a deber algo de sustancia; el de maciza, asegura un compañero de mesa, no podía estar mejor. Al parecer, la carne marca la diferencia.
Una probadita al delicioso flan de la abuela y la noche cierra de la forma más dulce posible.
Tras diez horas y cinco paradas, queda demostrado que México no solo es lindo y querido, como cantaba Jorge Negrete; también es sabroso.
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