Existen varas formas para diagnosticar esta enfermedad (Infobae/Jovani Pérez)
El síndrome pospoliomielítico es un grupo de signos y síntomas potencialmente incapacitantes que aparecen décadas después de la enfermedad inicial de poliomielitis. Por lo general, estos signos y síntomas aparecen entre 30 y 40 años después de tener poliomielitis.
En el pasado, la infección por el virus de la poliomielitis provocaba parálisis y la muerte. Sin embargo, la implementación de la vacuna antipoliomielítica inactivada que se llevó a cabo en la década de 1950 redujo en gran medida la propagación de esta enfermedad.
En la actualidad, muy pocas personas en países desarrollados sufren parálisis por el virus de la poliomielitis y generalmente está relacionada con una reacción a una forma de la vacuna. No obstante, aún hay muchas personas que tuvieron poliomielitis a una edad temprana y que ahora, más adelante en la vida, podrían desarrollar el síndrome pospoliomielítico.
Síntomas
El síndrome pospoliomielítico solo afecta a personas que tuvieron poliomielitis. Algunos signos y síntomas frecuentes del síndrome pospoliomielítico son: Debilidad muscular y articular y dolor que empeora con el tiempo Sensación de fatiga y agotamiento Pérdida de tejido muscular (atrofia) Problemas para tragar o respirar Trastornos respiratorios relacionados con el sueño, como apnea del sueño Disminución de la tolerancia a las temperaturas bajas
El síndrome pospoliomielítico avanza lentamente en la mayoría de las personas. Pueden tener nuevos signos y síntomas seguidos de períodos de estabilidad.
Cuándo debes consultar a un médico
Ante cualquier malestar lo mejor es acudir al médico (Shutterstock)
Entre los factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar síndrome pospoliomielítico se incluyen los siguientes: Gravedad de la infección por poliomielitis inicial. Cuanto más grave haya sido la infección inicial, más probable será que tengas signos y síntomas de síndrome pospoliomielítico. Edad al comienzo de la enfermedad inicial. Si desarrollaste poliomielitis de adolescente o adulto y no en la infancia, las probabilidades de tener síndrome pospoliomielítico aumentan. Recuperación. Cuanto mayor sea tu recuperación después de la poliomielitis aguda, más probable será que se manifieste el síndrome pospoliomielítico. Esto puede suceder debido a que una mayor recuperación impone un estrés adicional en las neuronas motoras. Actividad física excesiva. Si con frecuencia haces ejercicio hasta el punto del agotamiento o la fatiga, esto podría hacer trabajar demasiado las neuronas motoras ya sobrecargadas e incrementar el riesgo de tener síndrome pospoliomielítico.
Diagnóstico
No hay una prueba específica para diagnosticar el síndrome pospoliomielítico. El diagnóstico se basa en los antecedentes médicos y la exploración física, además de la exclusión de otras afecciones que podrían causar los signos y síntomas.
Indicadores del síndrome pospoliomielítico
Para un diagnóstico de síndrome pospoliomielítico, los médicos buscan tres indicadores: Diagnóstico previo de poliomielitis. Esto puede requerir la búsqueda de expedientes médicos antiguos o la obtención de información de miembros de la familia de mayor edad. Intervalo prolongado después de la recuperación. Las personas que se recuperan del ataque inicial de polio suelen vivir durante años sin más signos o síntomas. La aparición de los efectos tardíos varía ampliamente, pero generalmente comienza como mínimo 15 años después del diagnóstico inicial. Aparición gradual. La debilidad de aparición tardía suele producirse en los músculos que se vieron afectados en el momento de la enfermedad inicial de la poliomielitis. La debilidad no siempre es notoria, a menos que interfiera en las actividades diarias. Puede que te despiertes renovado pero te sientas agotado en las primeras horas de la tarde, cansado después de actividades que antes eran fáciles.
Además, como los signos y síntomas del síndrome pospoliomielítico son similares a los de otros trastornos, el médico tratará de excluir otras posibles causas, como la artritis, la fibromialgia, el síndrome de fatiga crónica y la escoliosis.
Pruebas para descartar otras afecciones
Debido a que no hay exámenes que confirmen un diagnóstico de síndrome pospoliomielítico, es posible que el médico use ciertas pruebas para descartar otras afecciones, entre ellas:
Electromiografía y estudios de conducción nerviosa. La electromiografía mide las descargas eléctricas diminutas que se producen en los músculos. Se introduce un electrodo con una aguja delgada en los músculos que se van a evaluar. Un instrumento registra la actividad eléctrica del músculo en reposo y al contraerlo.
En una variación de la electromiografía llamada estudio de conducción nerviosa, se adhieren dos electrodos a la piel por encima de un nervio que se evaluará. Se pasa un pequeño choque a través del nervio para medir la velocidad de las señales nerviosas. Estas pruebas ayudan a identificar y descartar afecciones como una afección anormal de los nervios (neuropatía) y un trastorno del tejido muscular (miopatía). Pruebas por imágenes. También es posible que el médico te recomiende hacer una resonancia magnética o tomografía computarizada para obtener imágenes del cerebro y de la médula espinal. Estas pruebas pueden ayudar a descartar trastornos de la columna vertebral, como la espondilosis (enfermedad degenerativa de la columna vertebral) o el estrechamiento de la columna vertebral que ejerce presión sobre los nervios (estenosis espinal). Biopsia muscular. El médico podría hacer una biopsia muscular para buscar evidencia de otra afección que pudiera estar causando la debilidad. Análisis de sangre. Por lo general, las personas con síndrome pospoliomielítico tienen resultados de análisis de sangre normales. Los resultados de análisis de sangre anormales podrían indicar otro problema subyacente que esté causando los síntomas.
Cada enfermedad tiene uno o varios tratamientos que seguir para combatirla (EFE)
No hay un tratamiento exclusivo para los diversos signos y síntomas del síndrome pospoliomielítico. El objetivo del tratamiento es controlar tus síntomas y ayudarte a que te sientas lo más cómodo e independiente posible. A continuación, te damos algunas opciones de tratamiento que pueden ayudarte a controlar los síntomas del síndrome pospoliomielítico: Ahorro de energía. Esto implica ajustar tu actividad física y descansar con frecuencia para reducir la fatiga. Los dispositivos de asistencia, como un bastón, un andador, una silla de ruedas o un scooter, pueden ayudarte a conservar la energía. Instalar una barra de agarre para la ducha o un asiento de inodoro elevado también podría ayudar. Un terapeuta puede mostrarte formas de respirar que ayudan a conservar la energía.
Fisioterapia. Tu médico o terapeuta pueden recetarte ejercicios que fortalezcan tus músculos sin fatigarlos. Generalmente consisten en actividades menos extenuantes, como por ejemplo nadar o hacer ejercicios aeróbicos en el agua, que realices cada dos días a un ritmo relajado.
Es importante hacer ejercicio para mantener la forma física, pero evita usar músculos y articulaciones de forma excesiva y hacer ejercicio hasta el punto del dolor o la fatiga. Terapia del habla. Un terapeuta del habla puede enseñarte maneras de compensar las dificultades para tragar. Los ejercicios de fortalecimiento de la voz también pueden ser útiles. Tratamiento del trastorno del sueño. Es posible que tengas que cambiar tus patrones de sueño, como evitar dormir boca arriba o utilizar un dispositivo que ayude a abrir las vías respiratorias cuando duermes. Si tienes el síndrome de las piernas inquietas, el tratamiento para ese trastorno puede ayudar a mejorar la calidad del sueño y reducir la fatiga. Medicamentos. Los analgésicos, como la aspirina, el acetaminofén (Tylenol, entre otros) y el ibuprofeno (Advil, Motrin IB, entre otros), pueden aliviar el dolor muscular y articular.
Otras posibles opciones de tratamiento pueden incluir el fármaco anticonvulsivo gabapentina (Neurontin, Gralise) que se suele utilizar para tratar el dolor de los nervios. Los analgésicos opiáceos crónicos, por lo general, no deben usarse debido a sus riesgos a largo plazo. Tú y el médico deben hablar sobre el plan de tratamiento adecuado para que puedas controlar tu dolor y tus síntomas.


