Hasta el viernes pasado, Jonathan Villar era uno de los jugadores de las Águilas que nadie entendía por qué no podía batear.
En ocho partidos, antes de la miniserie contra el Licey, Villar bateaba .182, con solo cuatro hits en 22 turnos, tres remolcadas y sólo una carrera anotada.
En el único que encasillado que tenía una cifra de doble dígito, era en el negativo de hombres dejados en posición anotadora con 11.
Sin embargo precisamente contra el equipo azul, empezó a despertar su bate.
El sábado, en la victoria aguilucha, dos de las carreras del triunfo 3-1, fueron por sencillo remolcador de Villar, y el domingo se repitió el marcador y la tercera carrera fue gracias a un cuadrangular de Villar por el jardín derecho.
“Mi momento va a llegar”, proclama Villar con la paciencia y tranquilidad del que está convencido de que en la pelota las rachas son parte del juego.
“Siempre va a haber momentos malos, buenos y ‘entre dos’. Cuando te llega el momento bueno, lo debes aprovechar porque dura muy poco, y debes tratar de aprovecharlo al máximo”, asegura Villar quien ahora ha ayudado a que las Águilas a mejorar su récord a 6-8 para así, salir del sótano y estar empatados con los Gigantes en la cuarta posición.
“Cuando se está en un buen momento, a veces das un hit hasta con un bate roto, cuando tú estás en un momento malo, tú le das duro y te la cojen”, señala añadiendo además que “estamos aquí con un propósito, y es hacer lo mejor para ganar, pero cuando las cosas no salen no podemos hacer más nada.”
Villar por el momento sólo le pide paciencia a la fanaticada.