Hoy vuelve a jugar la selección. Recibimos en Santiago a Puerto Rico, justo después del empate del viernes en Bayamón. Un partido del que se puede sacar una buena lista de cosas qué corregir, de las que seguro Neveleff ha tomado nota para trabajar en el escaso margen que da el calendario.
Nos complicó un rival inferior en el papel que puso en evidencia algunos baches y falta de coordinación en defensa. La mejora en la toma de decisiones a la hora de tener la pelota nos sigue costando caro. En varios momentos, se vio un equipo disperso que dejaba mucho espacio entre una línea y otra, quedándose con el pelotazo como única opción para gestionar jugadas de ataque. No se supo aprovechar la superioridad numérica que se tuvo durante gran parte del encuentro para rematar el resultado, y como el que perdona paga, el gol de ellos en el último respiro de juego fue precisamente todo eso que no te puedes permitir que suceda cuando casi se tiene la victoria en el bolsillo.
Dentro de lo positivo está la integración de nuevos jugadores que suman su talento y compromiso al proyecto. Me gustó mucho lo que aportó desde lo físico y lo futbolístico Noah Dollenmayer, autor de uno de los dos tantos. Además de los destellos de talento que dejaron ver en el campo tanto Peter Federico, como Juan Familia. Y claro, la capacidad desde lo colectivo para reponernos cuando se está debajo en el marcador esta vez gracias a lo que aporta el talento individual de un Ronaldo Vásquez, quien está atravesando su mejor momento en la selección.
A la distancia no les puedo negar la enorme sensación de envidia – buena o mala, para los fines poco importa – que me dio ver el ambientazo en las gradas del Juan Ramón Loubriel. Un estadio abarrotado por un público incondicional que ya había agotado las entradas puestas a la venta hace días, entregado en apoyo total a un equipo que no tiene en sus filas a jugadores con experiencia pasada y presente en las principales ligas de Europa, como sí sucede en nuestro caso.
Es triste que la realidad de lo que se viva esta noche en el Estadio de Cibao FC no se asemeje a la experiencia que se tuvo en Puerto Rico. La pereza para ir a presenciar un evento deportivo nos sigue superando, buscamos cualquier justificación, aparecen todas las excusas, y ojo que esto no solo es cuando se trata de fútbol.