La noche del lunes 19 de mayo, en una sala del Cinema 8 de La Plata, provincia de Buenos Aires, una escena propia del cine de terror abandonó la pantalla para irrumpir en la vida real. Mientras los asistentes observaban atentos los giros macabros de Destino final 6, una sección del techo se vino abajo sobre las butacas. Gritos, confusión y un silencio abrupto marcaron el instante en que la película dejó de ser entretenimiento y se convirtió en amenaza.
Dos mujeres resultaron impactadas por los escombros. Una de ellas, con lesiones en la espalda y el tobillo, fue trasladada de urgencia al Hospital de Berisso. El desconcierto dio paso a la indignación: muchos aún no entienden cómo un colapso estructural puede ocurrir sin previo aviso, sin señales visibles, sin responsabilidad inmediata.
El periodista Fernando Tocho fue uno de los primeros en reportar el incidente. Según su versión, el encargado del cine se acercó a una de las afectadas y le propuso “llegar a un acuerdo”. ¿Un intento de evitar demandas? ¿Una negociación a puertas cerradas? Hasta ahora, nadie ha dado explicaciones claras.
Qué hizo el cine
El medio Infocielo confirmó que las entradas fueron reembolsadas a todos los presentes, aunque el gesto no borra el susto ni disipa las preguntas. ¿Qué falló? ¿Cuándo se inspeccionó por última vez el edificio? ¿Habrá consecuencias para el establecimiento?
En redes sociales, el video del derrumbe corrió como pólvora. Entre comentarios de incredulidad y chistes de humor negro, muchos señalaron la ironía de que un accidente así ocurriera durante una película que explora la inevitabilidad del destino. Algunos lo llamaron “una señal”. Otros, “una macabra coincidencia”.
Destino final: lazos de sangre, estrenada el 15 de mayo en América Latina, plantea que nadie escapa a lo que le toca. En La Plata, por una noche, el cine pareció confirmar su propia profecía.
Hasta el momento, las autoridades no han emitido un informe oficial sobre el estado del edificio ni sobre las causas exactas del colapso. Pero la pregunta queda flotando en el aire, tan pesada como los escombros que cayeron: ¿cuán seguros estamos, incluso en la oscuridad de una sala de cine?