El pujante negocio del cannabis en Tailandia está bajo la lupa del Ejecutivo, que puso fin a tres años de libre circulación de la marihuana para empezar con un sistema de controles que amenaza a emprendedores de una industria concebida como recreativa, ahora en principio solo perdurable bajo un enfoque sanitario.
Desde que el pasado 26 de junio se oficializó la prohibición de venta de marihuana sin receta médica, los consumidores parecen poco afectados porque las ventas siguen permitidas, pero las autoridades prevén acabar con ello en los próximos tres meses, lo que tiene contra las cuerdas a granjeros y vendedores de la hierba.
La nueva norma establece que el cannabis es una sustancia controlada y que para «estudiarla, investigarla, exportarla, venderla o procesarla» se necesita una licencia emitida por el Ministerio de Salud, sobre el que han cargado empresarios del sector, especialmente ante la posibilidad de que vuelva a ser penalizada.
En el último trienio unas 18,000 tiendas abrieron sus puertas en el turístico país, que en 2022 se convirtió en el primero de Asia en despenalizar el consumo de marihuana, lo que generó controversia.
Protestas
El lunes decenas de productores y distribuidores protestaron en Bangkok contra el ministro de Salud, Somsak Thepsuthin, quien anticipó la posibilidad de reclasificar la hierba como un narcótico en el futuro.
«Esto dejaría su explotación únicamente en manos de los chicos grandes, como las farmacéuticas y agencias de Gobierno, mientras toda la economía emergente creada alrededor, con granjeros y pequeños inversionistas, pierden sus capitales y quedan fuera de la ecuación», dijo a EFE la activista tailandesa Kitty Chopaka.
La emprendedora, defensora de la «libertad» del cannabis, considera que hasta ahora reina la confusión entre los expendedores respecto a las nuevas reglas, por lo que las autoridades «deberían aclarar qué es legal y qué es ilegal», sobre todo para evitar la corrupción y el crecimiento del mercado negro.
En la situación actual, estima, algunos negocios cerrarán -al menos provisionalmente- y habrá más inspecciones gubernamentales, pero solo en algunas zonas, «como ocurre con la prostitución», dice, que es ilegal en el país, pero ampliamente ejercida y promocionada en sitios turísticos.
Autoridades citadas por el periódico digital Bangkok Post cifraron el lunes en 322 el total de tiendas cerradas en las últimas dos semanas por el incumplimiento de las nuevas reglas, un motivo por el que suspendieron 82 licencias.
«El Gobierno no quiere crear problemas para los turistas», subraya Chopaka, que no cree que se vaya a implantar un sistema punitivo, especialmente porque la recepción de extranjeros es un pilar ya desacelerado de la economía nacional.
Información y reglas
A juicio de Pedro Coves, un asesor español que lleva años dedicado al sector en Tailandia, una planta como el cannabis «no puede ser libre», por lo que se dice «contento» con las nuevas normas, pues cree que estas apuntan hacia la consolidación de «una industria formal, profesional, con protocolos, con una cadena de custodia que debe de estar controlada».
«Si Tailandia la libera, una planta que en el resto del mundo está prohibida, y no haces una regularización, no pones normas, certificados, requisitos, lo que ha ocurrido es lo que temía, que llegaron las mafias», señala Coves, que defiende el trabajo de empresarios formalmente constituidos en el país.
Considera «que con abuso y mala información y determinadas maneras (la hierba) no es tan saludable», por lo que es una sustancia con la que «hay que ser responsable«.
Sobre todo, añade, al considerar que existen riesgos para niños que sufren reacciones o ataques de pánico por el consumo de estas sustancias, una posibilidad que se materializó esta semana, cuando una niña de dos años -informó el Gobierno- tuvo que ser hospitalizada por el consumo accidental de gelatina con marihuana.
- Las autoridades han dicho que las licencias de unas 12,000 tiendas expirarán en noviembre, lo que ven como una oportunidad para encarrillar una industria que, antes de las regulaciones, estimaba generar unos 1,240 millones de dólares en 2025 antes de las regulaciones, según la Cámara de Comercio de Tailandia.