Este artículo fue publicado originalmente en El Día.
En el contexto global y regional actual, la competencia geopolítica entre China y los Estados Unidos se ha intensificado de manera significativa. Pekín, a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, ha incrementado su presencia en América Latina mediante inversiones masivas en infraestructura, comercio y transporte, lo que le ha permitido ampliar su influencia política y económica en la región. Frente a este avance, los Estados Unidos han respondido con una estrategia basada en la rivalidad tecnológica, el ejercicio del poder y la propagación del temor respecto al ascenso chino, con el propósito de contrarrestar la creciente hegemonía que este país ha comenzado a consolidar en el espacio latinoamericano, reconfigurando así el orden regional y global.
Mientras China orienta sus esfuerzos hacia las necesidades estructurales de los países latinoamericanos financiando obras estratégicas, puertos, redes de transporte y proyectos tecnológicos, Estados Unidos continúa ejerciendo formas de injerencia en los asuntos internos de diversos Estados de la región. Un ejemplo reciente lo constituye el caso en el que el presidente Donald Trump señaló públicamente que el pueblo hondureño debía votar por el candidato de su preferencia, lo que evidencia un mecanismo de presión política ampliamente cuestionado.
No es un secreto que la hegemonía estadounidense en América Latina se ha debilitado progresivamente durante las últimas décadas. En este sentido, la administración del presidente Trump ha buscado reconfigurar su influencia tradicional apelando nuevamente a los postulados de la Doctrina Monroe, a través del ejercicio del poder político y la presión diplomática. China, en contraste, ha desplegado un poder financiero que impulsa obras de infraestructura fundamentales y, paralelamente, fortalece su influencia política en la región.
La lucha hegemónica entre estas dos potencias pone de manifiesto la importancia geopolítica que América Latina representa dentro de sus intereses estratégicos, tanto políticos como económicos. En el marco del surgimiento de un nuevo orden mundial, donde ya no predomina un sistema unipolar sino uno claramente multipolar, las relaciones diplomáticas adquieren una relevancia determinante para los países de la región.
Ante este escenario, los gobiernos latinoamericanos deben actuar con mayor prudencia y ecuanimidad al momento de tomar decisiones políticas y económicas. Pese a sus diferencias ideológicas, sería oportuno que los Estados de la región lograran unificar criterios que permitan garantizar acuerdos comerciales, tecnológicos, de inversión y de transporte, entre otros, que contribuyan al bienestar y desarrollo de sus pueblos. Solo de esta manera América Latina podrá enfrentar con autonomía y beneficio propio la intensa competencia entre China y Estados Unidos.
El autor es politólogo, egresado de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la
Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Recinto San Francisco. Analista
internacional y ensayista de temas locales, nacionales e internacionales.
La publicación La competencia geopolítica entre China y Estados Unidos en América Latina apareció primero en El Día.


