En 1957, con el lanzamiento de Sputnik, el primer satélite artificial, comenzó una era espacial en la que, mediante investigación e innovación, se han conseguido interesantes y destacados avances en diversas áreas y tópicos que se desprenden de este mundo.
Sin embargo, a pesar de los avances y logros, hay una gran tarea pendiente: el desarrollo de tecnologías de desviación de asteroides, algo que comenzaron a explorar en detalle desde China.
Supliendo las debilidades de los avances en tecnología espacial
La presencia de toda clase de cuerpos en órbita es una potencial amenaza para la Tierra. Particularmente en el caso de los asteroides, si uno de estos impacta contra nuestro planeta, podría generar graves consecuencias, como aquellas que, según las estimaciones del mundo científico, terminaron extinguiendo a los dinosaurios.
Las tecnologías de desviación de asteroides han estado presentes principalmente en producciones cinematográficas y otras obras de ficción. No obstante, en la práctica ha sido un área muy poco explorada.
Wu Yanhua, subdirector de la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA), anunció la semana pasada que planean llevar a cabo una prueba de desviación de asteroides en 2025, como parte de un sistema de monitoreo y defensa de asteroides más grande, que la CNSA prepara actualmente en sus primeras etapas de desarrollo. Este sistema de vigilancia consistirá en instrumentos terrestres y espaciales, empleados para catalogar objetos cercanos a la Tierra que representen eventuales amenazas.
La relevancia de implementar un sistema de este tipo radica en que mientras más oportuna sea la reacción, más fácil resultará desviar un asteroide. Basta un toque menor, un ligero roce sobre un asteroide, para conseguir desviar su trayectoria y así, apartarlo de nuestro planeta. Si se reacciona tarde, más difícil resultaría cambiar su curso.
Según estimaciones de científicos, entre los objetos identificados en el sistema solar, ningún cuerpo representa una amenaza realista para la Tierra. Actualmente, el objeto de mayor riesgo, conocido como 2010 RF12, tiene un 4,8% de probabilidad de impactar en la Tierra en 2095. Se trata de un asteroide de 7 metros, que en tal caso originaría una bola de fuego similar al meteoro de Chelyabinsk en 2013.
El nuevo programa de monitoreo de asteroides de la CNSA se combinará con un esfuerzo de ingeniería, para diseñar y construir un cohete de alto empuje que pueda transportar un impactador cinético, que consta de una carga útil diseñada para penetrar un asteroide con suficiente fuerza para cambiar su órbita. El asteroide objetivo en el que planean probar este instrumento es, hasta el momento, uno no anunciado.
La NASA y la ESA trabajan en sus propias alternativas a este plan. La misión DART, de la NASA, impactará Dimorphos, un pequeño asteroide lunar, en septiembre de este año; seguida en 2027 con Hera, misión de la ESA que observará de cerca las consecuencias del impacto.
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