Cuando Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero, lo hizo con la aspiración de tomar el país en una ofensiva relámpago de apenas unos días o pocas semanas. Muchos analistas occidentales también pensaron que sería así.
Sin embargo, el conflicto cumplió el martes 24 de mayo tres meses y Moscú parecía atascada en lo que cada vez se veía más como una guerra de desgaste, sin final a la vista y con pocos éxitos en el campo de batalla.
No hubo una victoria rápida para las poderosas fuerzas del presidente de Rusia, Vladimir Putin, ni una retirada ucraniana en desbandada que permitiera al Kremlin controlar la mayor parte del país y establecer un gobierno títere.
Desde luego, Rusia ha tomado extensiones considerables de territorio en torno a la Península de Crimea, que Moscú se anexionó hace ocho años. También ha logrado cortar el acceso ucraniano al Mar de Azov y asegurado por fin el control del puerto clave de Mariúpol tras un asedio que impedía a parte de sus tropas pelear en otros lugares mientras combatían a persistentes fuerzas ucranianas atrincheradas en un enorme recinto metalúrgico.
Pero la ofensiva en el este también parece haber perdido inercia, conforme las armas occidentales llegan a Ucrania para reforzar a un ejército superado en potencia de fuego.
Continuamos con el día el día de este conflicto armado, que ha afectado la economía mundial y está provocando dificultades graves en el acceso a la alimentación en los países más vulnerables, a tres meses de su inicio.
25 de mayo
El presidente ruso Vladimir Putin emitió una orden con el fin de acelerar los trámites de naturalización rusa para los residentes de partes del sur de Ucrania controladas por las fuerzas del Kremlin, y los legisladores de Moscú aprobaron un proyecto de ley para reforzar al Ejército.
El decreto de Putin se aplica a las regiones de Jersón y Zaporiyia y podría permitirle a Rusia fortalecer su control sobre el territorio que se encuentra entre el este de Ucrania -donde los separatistas respaldados por Moscú ocupan algunas áreas-, y la península de Crimea, de la que Rusia se apoderó en 2014.
El Ejército ruso libra una batalla intensa para controlar el Donbás, el corazón industrial del este de Ucrania. En un indicio de que el Kremlin está tratando de reforzar su maquinaria militar —que está combatiendo en diversas partes y por lo tanto se encuentra sometida a un intenso desgaste-, los legisladores rusos acordaron eliminar el límite de edad máxima de 40 años para las personas que firman sus primeros contratos militares voluntarios.
Una descripción del proyecto de ley en el sitio web del Parlamento indicaba que a los reclutas de mayor edad se les permitiría operar armas de precisión o desempeñar funciones médicas o de ingeniería. El presidente de la comisión de Defensa del Parlamento ruso, Andrei Kartapolov, dijo que la medida facilitaría la contratación de personas con habilidades “de mucha demanda”.
Las autoridades rusas han dicho que solamente se están enviando a Ucrania soldados que han firmado voluntariamente su contrato, aunque han reconocido que algunos reclutas fueron llevados a combatir por error en las primeras etapas de la guerra.
Tres meses después de que Rusia inició su invasión al país vecino, Putin visitó un hospital militar de Moscú y se reunió con algunos soldados que resultaron heridos en Ucrania, informó el Kremlin en un comunicado en su página web.
El evento fue la primera visita conocida públicamente del líder ruso a soldados que luchan en Ucrania desde que ordenó iniciar la guerra el 24 de febrero. El presidente ucraniano Volodímir Zelenski ha visitado a soldados, civiles y niños heridos, incluso en momentos en que las tropas rusas luchaban en las afueras de Kiev.