El paso del tiempo es inexorable. Quizá esta sea la mayor de las certezas, además de la muerte, en los ámbitos de las ciencias que intentan explicar la vida, el ser humano, su origen y evolución. La arqueología y la antropología son parte de las disciplinas encaminadas a dar respuestas, a través de la búsqueda y el análisis, de las huellas de nuestros antepasados.
Comprender ese pasado, en especial el de los pueblos primarios de Santo Domingo y el Caribe, fue una constante en los intereses intelectuales del doctor Fernando Morbán Laucer, un odontólogo que dedicó su vida al estudio antropológico y arqueológico con las limitaciones propias de los que empiezan a cultivar en terreno baldío. Su hija Lourdes Morbán tenía 10 años y recuerda cómo su padre la llevaba de paseo, junto a su hermana Jarmila Morbán, por los lugares donde hacía “excavaciones en compañía de Rafael Kasse Acta y Manuel Mañón”.
La familia Morbán Laucer cuenta que “junto al ejercicio de la odontología y el magisterio, dedicó su vida a los estudios de antropología y arqueología y viajaba a diferentes ciudades del país para realizar trabajos de campo, y asistir a simposios y seminarios en Puerto Rico, Estados Unidos y Europa”. Su pasión, describe su familia, era la arqueología prehispánica e indohispánica y el arte rupestre.
La asignatura Antropología se imparte por primera vez en el país a raíz del llamado Movimiento Renovador acontecido en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), tras la Revolución de abril de 1965, una acción política y académica en la que se cuestionaron los fundamentos filosóficos, políticos y metodológicos de la academia.
El Movimiento, liderado por el ingeniero Andrés María Aybar, creó el Consejo Universitario Provisional, en el que el odontólogo Morbán Laucer fue nombrado primer vicerrector administrativo. En este contexto se integra la antropóloga estadounidense June Rosenberg al cuerpo docente de la UASD. Los cambios también dieron paso a la creación del Instituto Dominicano de Investigaciones Antropológicas (INDIA), del que el doctor Morbán Laucer fue director.
Precisamente, Fernando Morbán Laucer fue uno de los maestros del primer curso universitario dirigido por el doctor Marcio Veloz Maggiolo a un grupo de profesionales y estudiantes universitarios que serían los pioneros en investigaciones formales.
El curso Introducción a la Antropología y Arqueología duró un semestre y constaba de seis asignaturas: Prehistoria General y Arqueología indoantillana, impartida por Veloz Maggiolo; Antropología general y Arqueología americana, por el doctor Plinio F. Pina Peña; Antropología social, por la profesora June Rosenberg; Arte y Religión Taina, por el doctor Fernando Mobán Laucer, y Arqueología colonial por el doctor Manuel de Jesús Arredondo; de acuerdo con Renato Rimoli, biólogo con especialidad en Paleontología y Zooarqueología, actualmente encargado del Departamento de Paleobiología del Museo Nacional del Hombre.
TRAYECTORIA
El Museo del Hombre Dominicano, MHD, se inaugura el 12 de octubre de 1973, y en esa primera etapa el equipo lo conforman Antonio Caro Álvarez, director general; Marcio Veloz Maggiolo, director de investigación, al que también pertenecían Plinio Pina, Fernando Luna Calderón, Renato Rimoli y Carlos Esteban Deivi.
En 1983, el doctor Fernando Morbán Laucer se convertiría en el quinto director del museo, puesto que ocupó por 10 años, aunque ya desde 1976 producía artículos para el boletín del MHD, sobre temas relacionados con la arqueología, la antropología física y la zooarqueología. Antes de asumir la dirección del MHD, había sido investigador adscrito y encargado de la sección de Arqueología Indohispánica.
Fernando Morbán Laucer también fue miembro de la Academia de Ciencias de la República Dominicana, del Instituto Duartiano y del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, entre otras entidades.
RECONOCIMIENTOS
“Nuestra cultura, nuestro país, tiene dificultades para reconocer los aportes importantes que hace la gente. Usualmente, lo que ocurre es que se hacen reconocimientos después de que la persona fallece”, opina el doctor Manuel Vargas Payano, actual director del Museo del Hombre Dominicano, quien tiene en su carpeta de proyectos la creación de un salón de actividades que motiven el reconocimiento de los antecesores y sea un espacio para promover la divulgación de las investigaciones de la presente y las futuras generaciones.
El doctor Vargas Payano considera que “el doctor Morbán dejó su impronta”, y califica como “muy valiosos” los trabajos académicos y las investigaciones, “aparte de que tenemos en nuestra colección dos de sus libros, que son textos clásicos de la arqueología y antropología dominicana. También se destacan sus aportes en los trabajos realizados en la Cueva de las Maravillas”.
La investigadora social Soraya Aracena argumenta que “en la mayoría de los casos sucede que los pioneros, dada la antigüedad de algunas de sus investigaciones y la escasa difusión de estas, pasan casi desapercibidos”, y agrega que se hace necesario darle el justo lugar a la obra investigativa del doctor Morbán Laucer, ya que por él, junto a otros arqueólogos y antropólogos pioneros en estas disciplinas, hoy conocemos una parte fundamental de los vestigios del pasado de los pobladores indígenas de la isla.
OBRAS
Entre las publicaciones editoriales destacan Arte Rupestre en la Hispaniola, Arqueología Taína de Santo Domingo, Catálogo de la Exposición del Instituto de Cultura Hispánica Centro de la Cultura de la Villa de Madrid, Pintura rupestre y petroglifos en Santo Domingo, Ritos funerarios. Acción del fuego y medio ambiente en las osamentas precolombinas, El arte rupestre en la Sierra de Bahoruco, El arte rupestre de la República Dominicana. Petroglifos de la Provincia de Azua, y, en colaboración con el arqueólogo Dr. Manuel Mañón Arredondo, Antropología y arqueología quisqueyana.
El doctor Fernando Morbán Laucer, fructífero intelectual de la época de la postdictadura y destacado en su carrera de odontólogo –llegó a ser presidente de la Asociación Odontológica Dominicana en dos ocasiones–, cerró sus ojos por última vez el primero de agosto de 2007, pero nos dejó valiosos aportes que son referencias obligadas en la construcción de una bibliografía o narrativa histórica de la arqueología y antropología dominicanas.