Rodrigo Londoño, ‘Timochenko‘, el último comandante de las FARC y firmante del acuerdo de paz con el Gobierno colombiano del que ahora se cumplen ocho años, señaló este martes que el sistema tiene problemas porque desde el comienzo no se planificó su aplicación, pero insistió en que de ninguna manera lo van a abandonar.
«De ahí no vamos a salir», subrayó el exjefe guerrillero, que durante un coloquio organizado en el marco del Foro de París por la Paz, insistió en que pese a los problemas «no bajamos la bandera de la paz, por nada del mundo».
El embajador colombiano en Francia, Alfonso Prada, antiguo ministro de Interior y que fue secretario de la Presidencia al inicio de la puesta en marcha de los acuerdos de paz suscritos a finales de 2016, admitió por su parte que «son muchas las deficiencias del proceso» pero «la más dolorosa es la muerte de muchos exfirmantes» que han sido asesinados.
Prada hizo hincapié en que, como ministro del Interior entre agosto de 2022 y abril de 2023, al comienzo del mandato del actual presidente, Gustavo Petro, se pusieron en marcha «cerca de 90 medidas de choque», que sin embargo no han conseguido «derrotar a ese flagelo que persigue la vida de los excombatientes».
Unos asesinatos que atribuyó básicamente a bandas de narcotraficantes, una vez que los guerrilleros han abandonado esa actividad, y también a «la ultraderecha, que jamás ha aceptado la incorporación de personas que provienen de la guerrilla, por ejemplo a la política colombiana».
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El embajador colombiano afirmó: «si me dijeran que tuviera una varita mágica para corregir algo» de la aplicación del acuerdo de paz «fortalecería mucho más la protección de la vida de los combatientes, porque es el dolor más grande que tenemos en Colombia después de la firma».
Para Londoño, que había ingresado con 17 años en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y que suscribió con 57 ese acuerdo con el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos, por el que dejaron las armas cerca de 14,000 guerrilleros, lo que falló es que «arrancó mal porque no hubo planificación para la implementación».
«Nuestra gente -se quejó- llegó a los sitios donde se iba a concentrar y no había absolutamente nada. Después sobre la marcha se fue trabajando y había voluntad, pero no había planificación y no se amarraron las cosas de tal manera que el Gobierno siguiente se viera obligado a mantener su implementación».
Es decir, que cuando Iván Duque llegó a la presidencia en agosto de 2018 hubo una inflexión, aunque no pudo revertirlo «por la resistencia que hubo, no tanto de los firmantes como de la sociedad colombiana y en particular de la comunidad nacional», añadió.
Para el antiguo guerrillero, que se ha reconvertido en la política institucional, sus antiguos compañeros de lucha se enfrentan a «dificultades que se manifiestan en las condiciones de vida de la gente», algo a su parecer «preocupante porque hay grupos armados que están estimulando para que la gente regrese al monte».
Londoño dijo estar «emocionado» al ver el interés que suscita esta experiencia colombiana en la comunidad internacional, a la que se dirigió para decir que «no nos pueden dejar todavía solos».
Consideró que el proceso de paz «no fue fácil» y que «salió gracias a que el presidente Santos se la jugó».
Un elemento «determinante», a su juicio, fue que el Gobierno dejó que víctimas de la guerrilla fueran a hablar con ellos durante las negociaciones en La Habana, porque los dirigentes de las FARC llegaron a la conclusión de que «este conflicto no podía seguir más».
Este coloquio estuvo organizado por la Embajada de Colombia, junto con la Asociación de Juristas Franco-Colombianos y el Consejo Nacional de Colegios de Abogados de Francia, que puso su sede de París como escenario.
En él participaron, entre otros, la magistrada de la Jurisdicción Especial para la Paz Julieta Lemaitre, el jefe de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, Carlos Ruiz Massieu, o Nicolle Mahecha Restrepo en representación de Revipas (Renacer para Vivir en Paz), una asociación que reúne a víctimas y exmiembros de la guerrilla en proyectos comunes.