En sectores como la construcción y la agricultura, donde la intensidad del trabajo manual sigue siendo alta, la mano de obra representa un componente importante en la estructura de costos. Sin embargo, el valor que esta fuerza laboral agrega al producto final contrasta con los ingresos que perciben, especialmente en sectores que dependen ampliamente de trabajadores haitianos, muchas veces informales y sin certificación.
De acuerdo con Eliseo Cristopher, presidente de la Confederación Dominicana de Micro, Pequeñas y Medianas Empresas de la Construcción (Copymecon), la mano de obra puede representar entre un 25 % y un 40 % del costo directo total en proyectos residenciales y comerciales de tamaño medio. En obras de menor escala o en etapas específicas como acabados, este porcentaje puede ser aún mayor.
«El sector construcción se caracteriza por una estructura de costos compleja donde la mano de obra representa una porción significativa, aunque variable, del costo total de un proyecto», indicó Cristopher.
Análisis del costo de mano de obra en una vivienda de bajo costo
El titular de Copymecon explicó que, en el contexto de la construcción de viviendas de bajo costo, es fundamental comprender que el precio final de venta de una unidad habitacional no corresponde exclusivamente al costo de construcción. Este precio incluye una variedad de componentes adicionales, como el valor del terreno, permisos y licencias, honorarios técnicos y legales, costos financieros y el margen de beneficio del desarrollador.
Tomando como ejemplo una vivienda con un precio de venta de 5,025,380.75 pesos, se puede estimar que el costo directo de construcción representa aproximadamente el 60 % de dicho valor, es decir, alrededor de 3,015,228.45 pesos.
Dentro de este costo directo, la mano de obra —entendida como el trabajo humano directamente involucrado en la ejecución de la obra— suele representar entre un 25 % y un 40 %, dependiendo de factores como el tipo de construcción, el nivel de terminación, la ubicación geográfica y el sistema constructivo empleado.
En base a estos porcentajes, se puede estimar que el costo de la mano de obra directa en este tipo de proyecto se ubicaría en un rango entre 753,800 y 1,206,000 pesos aproximadamente.
Dijo que «es importante destacar» que estos valores son referenciales y pueden variar significativamente de un proyecto a otro, por lo que cada desarrollo requiere un análisis técnico-económico individualizado para determinar su estructura real de costos.
No obstante, ese impacto económico no se traduce necesariamente en salarios altos. Los trabajadores no calificados (en su mayoría haitianos) ganan entre 800 y 1,200 pesos diarios, mientras que los semi-calificados alcanzan hasta 2,000 pesos, dependiendo de la habilidad y experiencia.
Los trabajadores calificados como albañiles o plomeros con experiencia pueden ganar entre 2,000 y 4,000 pesos o más por día.
En el caso de técnicos y supervisores, los salarios mensuales varían entre 25,000 y 60,000 pesos, según la especialización. Pero el verdadero desafío está en el eslabón más bajo de la cadena: “hay una gran brecha entre el valor que el trabajo agrega a la obra y lo que se le paga a quien lo ejecuta”.
Agricultura: el caso del banano y el costo de la justicia social
En el sector agrícola, el cultivo de banano para exportación también revela cómo el costo laboral incide en el precio del producto. Según Martín Peña, director ejecutivo de Asociación Dominicana de Productores de Bananos (Adobanano), el salario diario de un trabajador de campo es de 714.56 pesos.
El costo de la mano de obra en la producción de una caja de banano (18.14 kg) con certificación Comercio Justo es de 4.17 pesos, en una caja que se vende a 10.30 pesos en el mercado internacional.
Eso significa que más del 40 % del precio final del banano certificado proviene del renglón laboral. Para los productores, cumplir con estándares internacionales implica no solo pagar salarios dentro del marco legal dominicano, sino también garantizar condiciones de salud, seguridad y estabilidad laboral, según Martín.
El costo de producción semanal por tarea (con cable vía) asciende a 47,903 pesos, con un rendimiento de 1.2 cajas por tarea, lo que exige una alta eficiencia por parte del trabajador.
- Para el mercado local, el costo baja a 25,000 pesos por tarea, pero el precio de venta también disminuye considerablemente: alrededor de 650 pesos por quintal.
Peña subraya que, a pesar del cumplimiento normativo, persisten retos estructurales: “Los trabajadores haitianos presentan barreras idiomáticas, alta rotación y bajos niveles de capacitación. Eso limita la productividad y obliga a los productores a invertir más en formación y supervisión”.
Informalidad: un obstáculo para la productividad y la competitividad
Uno de los grandes desafíos que enfrentan las mipymes formalizadas en ambos sectores es la informalidad laboral, especialmente cuando se trata de trabajadores migrantes. Esta práctica reduce los costos inmediatos para muchas empresas, pero socava la productividad y afecta la competitividad de las empresas que operan cumpliendo la ley.
“El problema es que muchos trabajadores no certificados no tienen cómo demostrar su experiencia, lo que limita sus ingresos y deja a las empresas en un círculo vicioso de baja productividad”, explica Cristopher.
Tanto él como Peña coinciden en la urgencia de impulsar programas de capacitación y certificación laboral que permitan elevar el nivel técnico de la mano de obra y justificar salarios más competitivos, sin afectar la sostenibilidad de las empresas.
Un equilibrio pendiente
En el trasfondo de estos números hay una pregunta más profunda: ¿cómo lograr que el valor económico que representa la mano de obra para un producto se refleje de manera más justa en el salario del trabajador?
Para responderla se necesita un enfoque integral, que combine políticas públicas, compromiso empresarial y una mirada social a los rostros detrás del cemento y la tierra.
Mientras tanto, los trabajadores (muchos sin nombre ni contrato) continúan construyendo infraestructuras y cosechando frutas que sostienen la economía, sin que el precio final refleje con claridad cuánto vale realmente su esfuerzo.