La muerte de Pete Rose, en septiembre, se convirtió en la solución salomónica para el comisionado Rob Manfred quitarse de encima una presión con la que tenía que lidiar cada vez que se los periodistas lo abordaban, al igual que su antecesor Bud Selig. Siempre la respuesta fue un no, al igual que al expelotero en sus reiteradas intenciones en conseguir ese perdón.
Con la decisión, la MLB se desliga del capítulo que más daño puede hacerle al principal activo del espectáculo; la credibilidad. Pero otras instancias pueden mantener el castigo. Otra de las tantas bondades que tiene la democracia.
Ni Fay Vincent, el comisionado que sancionó de por vida al líder histórico en hits ese 1989, ni Bud Selig, que ocupó el cargo entre 1992 y 2014, tuvieron la petición tan firme de un presidente estadounidense como la que esta vez hizo Donald Trump.
Manfred, abogado que conoce el rejuego de las palabras, alega que una vez muerto la penalidad pierde el sentido. No se le ocurrió esa excusa con Joseph “Descalso” Jackson, figura central de esos White Sox del escándalo de 1919, quien falleció en 1951, y que ahora también se beneficia de la decisión.
Un caso extraño
En el país donde en 1999 la Justicia condenó a Microsoft por monopolio con su sistema operativo y donde Google puede sufrir igual destino por su posición dominante en el mercado de búsqueda en Internet, la Major League Baseball es un extraño caso de monopolio legal. Tiene control sobre ese deporte desde aceptar a quien quiera como propietario hasta determinar en qué ciudad puede operar un equipo. Todo eso con el consentimiento de un poder político, que también se lo puede quitar.
Para muchos, los familiares de Rose no deberían asistir al ceremonial, en caso de que el comité que lo puede elegir, en principio para la clase de 2028.
No será tan fácil
Sin embargo, el camino de Rose no está tan garantizado. Ya Barry Bonds y Roger Clemens, a quienes los escritores no eligieron para la inmortalidad si estar suspendidos por la MLB, fracasaron en su primer intento para llegar a través de un comité, con un jurado ínfimamante más pequeño (16 votantes contra alrededor de 400 de los periodistas).
Rose apostó siendo un actor del juego, como dirigente de un equipo donde tenía la posibilidad de incidir en el resultado. Es un pecado capital, que muchos no le perdonan ni con su desaparición física.
Un pelotero no piensa en Salón de la Fama cuando decide doparse, lo hace por quedar bien, por el dinero que se puede ganar. Igual, a un tramposo poco le importará llegar a Cooperstown si su interés es engrosar sus depósitos a través de las apuestas.
La cronología
Rose aceptó la suspensión permanente el 23 de agosto de 1989, luego de que una investigación encargada por las Grandes Ligas de Béisbol concluyera que Rose apostó repetidamente por los Reds como jugador y mánager del equipo entre 1985 y 1987, una violación de una antigua regla de la MLB.
Rose solicitó su reincorporación por primera vez en septiembre de 1997, pero el comisionado Bud Selig nunca se pronunció al respecto. En 2015, Manfred rechazó la petición de reincorporación, argumentando que «Rose no ha presentado pruebas creíbles de una vida reconfigurada».
Rose falleció el 30 de septiembre a los 83 años, y el 8 de enero, Jeffrey Lenkov, abogado que lo representó, presentó una nueva petición. Lenkov y la hija de Rose, Fawn, se reunieron con Manfred el 17 de diciembre.