En medio de uno de los conflictos más cruentos de los últimos años, una niña palestina ha logrado captar la atención del mundo con algo tan cotidiano, y poderoso, como cocinar. Se llama Renad Atallah, tiene 10 años, y desde su hogar en Deir el-Balah, en el centro de la Franja de Gaza, publica videos donde prepara recetas sencillas con los escasos ingredientes disponibles.
Entre destrucción, escasez y peligro constante, la pequeña cocina de esta niña se ha convertido en un espacio de refugio, resiliencia y alegría.
Refugio virtual
Renad es una sensación inesperada en redes sociales. Su cuenta de Instagram (@renadfromgaza) ha superado el millón de seguidores, mientras que en TikTok ya suma más de 600 mil.
Sus seguidores, tanto de Gaza como de otras partes del mundo, han encontrado en su sonrisa contagiosa y su actitud positiva un símbolo de esperanza frente al caos.
“Todos los niños en Gaza quieren ser como los demás niños del mundo”, ha dicho Renad en una entrevista, resumiendo con sencillez y dolor una realidad que millones de menores palestinos comparten.
Su historia comenzó a viralizarse cuando un video la mostró abriendo una caja de ayuda humanitaria. Al encontrar un poco de azúcar entre los suministros, su alegría fue tan genuina que conmovió a miles.
Desde entonces, sus videos han mostrado cómo improvisa platos con lo poco que tiene: hamburguesas con carne enlatada de los paquetes de ayuda, paletas de azúcar caramelizado, ensalada gazatí, guacamole, pastel de miel con leche en polvo, y su favorito personal: pastel de chocolate en taza, que prepara “cada vez que se siente triste”, ella ha expresado.
Escape recreativo
Para Renad, la cocina es más que una actividad recreativa. “Cuando me siento cansada o triste y quiero algo que me anime, leo los comentarios de la gente”, afirma.
Su cocina, montada con ayuda de su hermana mayor Nourhan, no es solo un lugar para preparar comida, sino un refugio emocional y una forma de conectarse con el mundo exterior. Nourhan, además de grabar los videos, administra sus redes sociales.
Desde el inicio de la guerra en octubre de 2023, la vida de Renad cambió drásticamente. Ha perdido un año completo de escuela (actualmente debería estar en quinto grado) y vive con su madre y su hermana, junto a otras familias en una misma vivienda.
Su ciudad, Deir el-Balah, ha sido uno de los focos de los bombardeos israelíes.
Según datos del Ministerio de Sanidad gazatí, más de 42,000 personas han muerto en Gaza desde el inicio del conflicto, la mayoría mujeres y niños. Además, unas 8,000 personas permanecen bajo los escombros de los edificios destruidos.
Historia de amor por la cocina
En varias entrevistas con medios como CBS y La Tercera, Renad ha contado que su amor por la cocina comenzó desde muy pequeña.
“Siempre me ha gustado cocinar. Desde antes de la guerra, me encantaba ver videos de cocina. Mi madre y mi hermana me decían que no podía, pero yo siempre iba a ver qué hacían en la cocina. Así empecé a aprender”, comenta.
A pesar de que las circunstancias actuales le impiden acceder a ingredientes básicos como leche, que ahora es “muy cara o imposible de conseguir”, la niña chef no se rinde. “Hay muchos platos que me gustaría preparar, pero no hay forma de encontrar los ingredientes en el mercado”, cuenta con resignación.
Sus publicaciones no solo muestran recetas, sino también las duras condiciones en las que viven los desplazados en Gaza: escasez de agua potable, electricidad, alimentos, y una sensación constante de incertidumbre.
Aun así, Renad ha encontrado formas de ayudar. Gracias a su visibilidad, ha logrado canalizar ayuda humanitaria para sus vecinos y familias cercanas. “¡Me hice famosa por casualidad!”, comenta con una mezcla de asombro e inocencia.
Gastronomía y resistencia
Ella no es la única en Gaza que ha utilizado la cocina como forma de resistencia y expresión.
Otros chefs como Hamada Shaqoura también comparten contenido desde sus precarios entornos, cocinando con un solo quemador de gas en carpas improvisadas. Shaqoura colabora además con la organización benéfica Watermelon Relief, que elabora dulces para los niños del enclave.
En palabras simples, Renad ha logrado lo que pocas figuras públicas consiguen: unir a miles de personas de distintas partes del mundo en torno a la empatía, la humanidad y la cultura.
Su frase “Los niños merecen ser niños”, como Embajadora Juvenil de HCI Canada, resume su mensaje al mundo: mientras los adultos deciden sobre la guerra, ella opta por compartir su amor por la comida, su alegría al cocinar y su esperanza por un futuro más digno.