Este artículo fue publicado originalmente en El Día.
SANTO DOMINGO.- Este lunes candelario Beltré Ciprián, conocido como Carlito, fue condenado a ocho años de prisión por ejercer violencia intrafamiliar contra su pareja, sus dos hijos y su suegra, en hechos ocurridos en el año 2024.
Según el expediente acusatorio, Carlito maltrataba de forma constante, tanto física como verbalmente, a su pareja, a su hija, quien estaba embarazada al momento de los hechos, a su hijo y a su suegra.
Las investigaciones también revelaron que el procesado recurría a la violencia no solo contra sus familiares, sino también contra miembros de la comunidad. Muchos residentes, que podrían haber actuado como defensores de las víctimas, temían denunciar debido a las amenazas que el agresor profería habitualmente, generando un ambiente de intimidación.
Dicho informe detalló los constantes episodios de maltrato físico y verbal a los que eran sometidas las víctimas por parte de Beltré Ciprián.
Ahora bien, ¿Por qué los agresores implican a toda la familia?
Casos en los que los agresores también maltratan a otros miembros de la familia, como hijos y suegros, suelen generar interrogantes complejas y dolorosas.
Y es que cada situación de violencia esconde una historia, una realidad latente y un llamado urgente a atender la salud mental, tanto de las víctimas como de los agresores.
Un denominador común en muchos de estos casos es que el agresor no limita su violencia a la pareja, sino que también la extiende hacia otros miembros del núcleo familiar, como los hijos y los suegros. Este patrón evidencia que la violencia intrafamiliar no solo afecta directamente a la mujer, sino que provoca un daño colateral que impacta a toda la estructura familiar.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas, este tipo de violencia continúa en aumento, a pesar de los esfuerzos institucionales para frenarla.
Aunque en el caso de Candelario Beltré Ciprián la violencia ejercida no terminó en una tragedia mortal, es importante resaltar que, en los últimos 20 años, en la República Dominicana se han registrado 1,802 feminicidios, según un estudio reciente basado en estadísticas oficiales. Esta cifra revela la magnitud del problema y la urgencia de actuar frente a la violencia de género en todas sus formas.
De su lado, la psicóloga Miosotis Grullón, especialista en terapia familiar y de pareja, explicó en una entrevista para El Día que no existe una causa única detrás de estos comportamientos violentos. Sin embargo, destaca varios factores que pueden influir, como la falta de apoyo familiar, la normalización de la conducta agresiva hacia la pareja, una especie de «venganza emocional» por no sentirse valorado dentro del entorno familiar.
“La familia no apoya la violencia, pero muchas veces no sabe cómo intervenir o se ve limitada por el miedo o la dependencia emocional”, señaló Grullón.
En ese sentido, la psicóloga adviertió que personalidades con rasgos dependientes, obsesivos, paranoides o narcisistas suelen estar presentes en los agresores que cometen actos extremos, como homicidios múltiples o feminicidios.
A esto se suman otros factores como experiencias de abuso en la infancia, consumo de sustancias adictivas, desigualdades económicas y educativas, conflictos de pareja sin resolver, tolerancia social hacia la violencia y la impunidad de los agresores.
Los más vulnerables: los hijos
Grullón también alertó sobre elgrave impacto que la violencia intrafamiliar tiene en los niños. La exposición a estos entornos puede generar aumento de la agresividad o retraimiento social, dificultades de aprendizaje, trastornos del estado de ánimo (ansiedad, depresión, estrés postraumático), entre otros.
Esto evidencia que la violencia en el hogar tiene un impacto significativo en el desarrollo emocional, social y cognitivo de los niños. Por tanto, resulta esencial contar con programas de atención psicológica y acompañamiento psicosocial que les brinden las herramientas necesarias para afrontar estas experiencias, mitigar sus efectos y favorecer un entorno más seguro y saludable.