Nunca exponerse al sol sin aplicarse previamente un protector solar, aunque lo haga fuera de las horas pico.
Usar protector resistente al agua. De no ser así, repetir las aplicaciones cada dos horas y después del mar o la pileta, así como después de realizar actividades físicas.
Se puede tomar un poco de sol sin protector en horas tempranas de la mañana o al atardecer. En forma gradual entre 15 y 40 min según el tipo del piel.
Quitar las impurezas de la piel para recibir los rayos del sol. Lo ideal es exfoliar el cuerpo y la cara con productos específicos y después usar una crema nutritiva. Esto debe hacerse cada 15 días, después de ducharse.
Beber agua en abundancia antes, durante y después del sol.
Usar sombreros o gorros para caminar por la playa o por zonas muy soleadas.
Aplicar protector solar también en días nublados, ya que las nubes no filtran los rayos.
Los desodorantes y perfumes pueden causar reacciones alérgicas y manchas. Se deben evitar si se va a estar un tiempo considerable al sol.
Consumir alimentos con betacaroteno (zanahoria, morrón, damasco), vitamina E (aceite de trigo, de maíz, porotos de soja) y vitamina C (cítricos). Estas sustancias son antioxidantes, no son protectores solares, pero mejoran la respuesta inmunológica de la piel.
Después del sol, colocar sobre las zonas expuestas una loción post solar o una crema hidratante con vitaminas A y E, hialuronico y colágeno.
Las superficies reflexivas (arena, nieve, cemento, agua) pueden potenciar la luz del sol y hacer que ésta sea más intensa.