Mecer a un bebé es una técnica que muchas veces es infalible para conseguir que se calmen o se duerman. Y ya sea que lo hagas en tus brazos o en una silla mecedora, una cuna o una hamaca, esto hace que se relajen y les proporciona seguridad física y afectiva.
Los bebés tienen dos necesidades complementarias, pero básicas: seguridad y autonomía de manera progresiva. En el movimiento del balanceo, la persona que mece al bebé aparece y desaparece de su campo visual de manera constante. Cuando la persona vuelve a aparecer ante sus ojos, es gratificante y placentero.
El balanceo también estimula su sentido del equilibrio e inicia su evolución psicomotriz, creando nuevas conexiones y circuitos neuronales.
Es ideal hacerlo acompañado de susurros, canciones o palabras. Esto es tanto para la madre como para el padre, principalmente, porque favorece el vínculo. El bebé comprenderá su intento de comunicarse con él.